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La sencillez hace de una persona común un ser excepcional

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La sencillez es el lenguaje que nace el corazón y que no entiende ni busca artificios. Es la voluntad de respetar a los demás como a uno mismo, llevando una vida donde se acepta y se celebra todo aquello que se posee, por muy pequeño que sea.



Podríamos decir que en nuestro día a día no estamos acostumbrados a esos actos cargados de sencillez y humildad. Las personas tenemos a menudo aspiraciones muy altas, sueños elevados y costumbres muy alejadas quizá de esos actos más puros y elementales que definen la humildad.

No obstante, es común que muchos de nosotros lleguemos poco a poco a un punto donde, de pronto, nuestra visión de la vida cambie.

Ahí donde deseemos quitarnos muchas de nuestras “pieles” para volver a nuestras esencias, a nuestra gente, a nuestros orígenes. Empezamos a practicar la sencillez de corazón y nos sentimos felices con ello.

La sencillez, esa dimensión que cuesta tanto asumir

La sencillez no tiene nada que ver con ser buena o mala persona. Todos sabemos muy bien lo que es la nobleza y la importancia de actuar con respeto, con dignidad y practicando la reciprocidad.

Ahora bien, la sencillez es una dimensión algo más compleja, que implica a su vez diversos aspectos psicológicos que merece la pena tener en cuenta.

La sencillez de pensamiento

  • La sencillez de pensamiento no es simpleza de razonamiento. Al contrario: es la aptitud para ver las cosas tal y como son, con plena objetividad.
  • Hay personas que ven la realidad y los comportamientos ajenos según sus creencias. Se atreven a juzgar y a etiquetar; en cambio, las personas de pensamiento sencillo tienen la capacidad de ver las cosas “tal y como son”, aceptándolas aunque no le gusten.
  • Algo tan simple como ver con franqueza y objetividad las cosas nos permite actuar con mayor aplomo y acierto. Esa es una virtud muy saludable que también deberíamos tener en cuenta.

Es importante definir en primer lugar qué entendemos por apego. Los niños, por ejemplo, necesitan el apego de sus padres para sentirse amados, para sentirse seguros.

El don de no sentirse apegado a nada

Las parejas también necesitan el apego de sus compañeros, pero hablamos de un apego saludable, nunca tóxico o controlador.
Por su parte, las personas sencillas tienen la habilidad de no sentirse apegadas a lo físico, a la necesidad de tener más de lo que ya hay a su alrededor, de no apegarse a nadie hasta el punto de quitarle su libertad, su esencia, su identidad.
Las personas sencillas “son como son” y ante todo “dejan ser”. No desean imponer sus ideas, no juzgan, no discriminan ni buscan controlar nada ni nadie.

La unión con uno mismo para disfrutar del entorno y de su gente

El conocerse a uno mismo, saber cuáles son los miedos que nos definen, cuáles nuestras virtudes y dónde están nuestros límites son los caminos más poderosos para la autoaceptación.
Lo creamos o no, este es un concepto al que no todo el mundo suele llegar. La autoaceptación es el primer peldaño para ejercer unas relaciones positivas y enriquecedoras.
Quien se acepta a sí mismo acepta a los demás, y ello hace que no espere que el resto llene sus vacíos, eleve su autoestima o le traiga alegrías cuando lo asaltan sus miedos.
Las personas humildes no esperan nada de nadie, lo esperan todo de sí mismas. Así es como pueden ofrecer lo mejor a los demás, evitando las clásicas decepciones que muchos de nosotros nos solemos llevar.


El camino hacia la sencillez

Señalábamos al inicio que es muy común que, en un momento, dado a lo largo de nuestro ciclo vital, demos ese paso hacia la humildad.
Lo hacemos porque nos sentimos sobrecargados por este mundo marcado por la competición y por un ritmo acelerado que nos aleja de las cosas más importantes: el bienestar, la calma, la serenidad, los amigos, la familia y, por supuesto, nosotros mismos.
Algo tan esencial como recordar que “menos es más” nos puede ayudar a priorizar lo que de verdad puede hacernos felices.
Los actos sencillos son los que poseen autenticidad de sentimiento y pureza de corazón: la caricia del ser amado, la risa de nuestros hijos, una conversación con los amigos, un paseo por la playa, hacer un favor a cambio de nada…


Estamos seguros de que, a tu alrededor, tienes a más de una persona de alma sencilla y excepcional que enriquece tu vida. No la pierdas, son luces en la espesura de esta modernidad, en ocasiones, demasiado compleja, que nos sirven de ejemplo e inspiración.

Son faros de riqueza emocional y humildad que alumbran nuestros senderos. Vale la pena imitarlas.

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He llegado a un punto en que hago lo que siento y no me arrepiento

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La libertad personal es una dimensión que no todo el mundo llega a conseguir en su vida.

El “hacer lo que siento” sin cargas de conciencia y en plenitud debería ser, sin duda, algo que llevar a cabo siempre, con respeto, con inteligencia, tacto y también con valor.


No obstante, sabemos que no es nada fácil. En ocasiones, nuestras responsabilidades poco a poco se convierten en nuestras ataduras y, lejos de llevarlas con satisfacción, las sobrellevamos con gran dificultad.

De ahí que sea necesario establecer prioridades. No debemos ser responsables de personas que nos hacen daño o que vetan nuestra libertad. Las cargas que pesan y que ponen cadenas a nuestros pies producen también grandes heridas a nuestro crecimiento personal.

Te invitamos a reflexionar sobre ello.


Lo que siento es la voz de mi corazón

A lo largo de nuestra vida llegamos a esconder muchas cosas, y lo hacemos pensando que, con ello, mantenemos el equilibrio en nuestro entorno.
Callamos nuestros deseos y necesidades porque pensamos que no van a encajar con los de nuestra familia o nuestra pareja.
Nos guardamos muchas palabras porque no deseamos hacer daño a los demás.
Nos contenemos las ganas de hacer muchas cosas porque nos decimos a nosotros mismos aquello de que “no es el momento”, que “es ya demasiado tarde”, o que “haré el ridículo”.

Podríamos decir que, de algún modo, vivimos más centrados en el exterior que en el interior. De ahí que debamos tener en cuenta unos sencillos aspectos sobre los cuales pensar durante unos minutos.

Mis necesidades pueden y deben armonizarse con las de los demás

Nadie es egoísta por tener en cuenta sus necesidades y actuar con libertad de acuerdo a sus esencias, a su personalidad. El hacer lo que quiero debería poderse llevar a cabo dentro de los límites del respeto y el equilibrio.
Si deseamos tomarnos un fin de semana de descanso en soledad o con alguna amiga, ni nuestra familia ni nuestra pareja deberían tomárselo a mal. La base de la felicidad está en la confianza y en el respeto.

La libertad es una necesidad y una aspiración esencial para el ser humano. Es pues necesario conseguirla dentro de nuestras posibilidades.
Debemos tener libertad para elegir qué queremos y qué no queremos en cada momento.
Es necesario disponer de esa libertad para elegir qué camino personal y profesional deseamos.
La libertad a la hora de comunicar es primordial, puesto que con ella lograremos ser congruentes con lo que sentimos, pensamos y lo que hacemos.

Si existen disonancias entre estos tres aspectos a lo largo de mucho tiempo acabaremos con la autoestima muy debilitada.

Si hacemos aquello que deseamos sabiendo dónde están los límites y cuáles son nuestras prioridades, nada debe frenarnos ni aún menos limitarnos.

Haz lo que sientes con respeto e inteligencia y no tengas en cuenta las críticas

Sabes que tus hijos –si los tienes– son lo primero, sabes que tienes obligaciones laborales y familiares. Sin embargo, estos aspectos no deben ponen muros a la hora de preocuparte por tu crecimiento personal.
Se trata de saber encontrar el equilibrio, ahí donde nada ni nadie puede tener el control absoluto sobre nosotros. Se trata de hacer cada cosa con pasión y placer, sabiendo que todo esfuerzo vale la pena.

Claves para poner en práctica la libertad personal

1. Valora tus prioridades

Te lo señalábamos en el punto anterior. Las prioridades son esos aspectos a los que no podemos ni queremos renunciar. No obstante, hay que tener en cuenta unos aspectos importantes:
Las prioridades no pueden dominar por completo nuestra vida. La vida no es solo trabajo. La vida no es girar en exclusiva alrededor de nuestras parejas ni vivir centrados las 24 horas en nuestros hijos si ya son mayores (también debemos fomentar su independencia y libertad personal).

Tus prioridades no deben ser demasiadas; lo más común es que no sean más de tres: prioridad familiar, laboral y de crecimiento personal (es decir, la que nos atañe a nosotros).

2. Concienciación: pensar en mí no es ser egoísta

Lo creamos o no, este es un punto muy difícil de llevar a cabo: ¿Cómo voy a pensar en mí si son los demás los que me necesitan?
Este enfoque no es correcto. El pensamiento más sanador es el siguiente: debo cuidarme y mirar por mí para poder ser feliz y así, conseguir también dar lo mejor de mí mismo a los demás.

Es posible que tu familia se sorprenda de tu cambio inesperado. ¿Cómo es que ahora te has apuntado a ese curso? ¿Cómo es que ahora te vas de viaje? ¿Cómo es que has dejado a tu pareja después de tanto tiempo?

3. Relativiza las críticas que puedas recibir
Lo que piensen los demás no tiene importancia, y las explicaciones las daremos solo una vez. Cada uno es artífice de su propia felicidad y, para ser feliz, es necesario estar en equilibrio entre lo que desea, piensa, necesita y lo que hace.

Siempre llega un momento en nuestra vida en que acabaremos diciendo eso de “hago lo que siento y no me arrepiento”. Es el peldaño de la madurez y la libertad personal, ahí donde actuamos con respeto hacia los demás, pero también hacia nosotros mismos.

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Técnica japonesa para eliminar el estrés

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Nadie puede negar que el estrés es “el mal del siglo XXI” y que trae muchas consecuencias negativas para nuestra salud.

En Japón han creado una técnica revolucionaria que promete despojarnos del cansancio, los nervios y la ansiedad en cuestión de minutos.



El método japonés para reducir el estrés


El agotamiento y la fatiga, sumados a las obligaciones y las cargas, forman una combinación perjudicial para nuestra salud. Parece que el estrés es algo habitual y no así la salud y la tranquilidad.

En esos momentos en que las cosas en el trabajo o en casa se han complicado te aconsejamos que lleves a cabo una técnica oriental más que interesante.

En Occidente no sabemos el poder que tiene cada parte de nuestro cuerpo en general y los dedos de las manos en particular. Cada uno de ellos está relacionado con una emoción o un sentimiento diferentes.

La teoría indica que según el que presiones o masajees estarás aliviando un dolor específico.


Para poder comprender mejor este mecanismo, primero hay que conocer el poder de cada dedo de la mano.Si pones una palma junto a la otra y presionas durante algunos segundos podrías llegar a erradicar lo negativo de tu vida (incluyendo ciertas dolencias o enfermedades que se desarrollan como consecuencia de las emociones tóxicas).


Pulgar: Preocupaciones, nervios y estrés.
Índice: Miedos.
Mayor: Ira, enojo y cólera.
Anular: Depresión, tristeza y falta de decisión.
Meñique: Pesimismo, falta de energía y ansiedad.

La explicación “científica” para esta técnica está basada en que las manos están conectadas con el cerebro, puntualmente, a la zona que se encarga de las emociones.

Para poder llevar a cabo este mecanismo debes sujetar cerrar el puño izquierdo y envolverlo o abrazarlo con los dedos de la mano derecha.

A continuación, ejerce una presión únicamente con el dedo específico de tu dolencia o problema. Si fuese el estrés, entonces el pulgar es el indicado. Mantén la posición unos 30 segundos, descansa otros 30 y vuelve a empezar las veces que quieras o puedas.

Presiona los dedos y mejora tu vida

Otra opción para trabajar las emociones mediante los dedos está basada en un arte japonés llamado “Jin Shin Jyutsu” (en la traducción sería algo así como “arte de la felicidad“).

Se deben masajear puntos de la mano según lo que nos suceda. El dedo pulgar son las preocupaciones, el índice los miedos, el mayor la rabia, el anular la tristeza y el meñique las pretensiones.

Abre una de las manos y presta atención al dedo que coincide con tu situación.

Presiona en las dos falanges durante unos minutos usando el pulgar y el índice de la otra mano o bien con el puño cerrado para que el dedo en cuestión quede “encerrado”. Una vez que termines cambia de mano y repite el ejercicio.

Estas técnicas no solo nos ayudan en casos de estrés o problemas emocionales, sino también para aliviar dolencias físicas. En ese caso te explicamos para que “sirve” cada dedo:
  • Pulgar: Estómago y bazo, dolores de cabeza o estómago y problemas en la piel.
  • Índice: Riñones y vejiga, dolores musculares y problemas digestivos.
  • Mayor: Vesícula e hígado, dolor menstrual o de cabeza, problemas visuales o sanguíneos y fatiga.
  • Anular: Colon y pulmones, indigestión, problemas respiratorios (sobre todo, asma).
  • Meñique: Corazón e intestino, problemas óseos.
Más técnicas orientales para combatir el estrés

Parece ser que los asiáticos son expertos en conseguir un estado “zen” de tranquilidad y buen humor. Por ello la mayoría de los ejercicios o métodos que se aconsejan provienen de este continente.

Además de aprovechar las bondades de la técnica de los dedos de la mano si tienes un grado de estrés importante te recomendamos que elijas entre las siguientes:
Yoga

Los primeros vestigios de práctica de esta técnica y filosofía de vida se remontan al año 3000 a. C., según pinturas halladas en la India. Se pregona por la meditación y la posibilidad de unir el cuerpo con el alma.

A lo largo de la historia se han ido desarrollando diversas ramas del yoga pero todas tienen el mismo propósito: alcanzar un equilibrio entre lo físico y lo espiritual.

Entre los múltiples beneficios del yoga están: bajar de peso, eliminar dolores (sobre todo de espalda), tonificar los músculos, aportar flexibilidad y combatir la depresión y el estrés. La relajación se consigue mediante diversas posturas acordes a cada persona.

Baño del bosque

Para poder poner en práctica esta técnica conocida como “Shinrin Yoku” es preciso caminar descalzo por un parque o un campo.

La idea es que al andar la naturaleza debe ingresar al cuerpo a través de los cinco sentidos. Sirve para mejorar el ánimo, la creatividad y la salud. La idea es pasear por el césped, al menos una hora, dos veces a la semana.

Es preciso que prestes atención solo a lo que te rodea y que disfrutes de un rico té o zumo de frutas mientras caminas. No están permitidos los móviles ni los problemas.

Según los estudios permite además reducir la presión arterial, el cortisol (la hormona del estrés) y la ansiedad, a la vez que fortalece el sistema inmune y estimula las funciones cognitivas.

Es una disciplina oriental que pretende encontrar el perfecto equilibrio entre el cuerpo y la mente usando movimientos lentos pero vigorosos. Seguro has visto gente practicarlo en un parque; es divertido y para todas las edades.

Taichí

Se trata de un arte marcial, pero también una actividad para relajarnos. Entre sus beneficios hallamos disminución del estrés, incentivo físico, eliminación de la rigidez corporal y fluidez de la energía positiva.

Shiatsu

Es de origen japonés y nos ayuda a aliviar todo tipo de malestares causados por el estrés como, por ejemplo, la rigidez en los hombros y la espalda.

Está basado en ejercer presión en diversos puntos específicos del cuerpo, cada uno de ellos relacionado con el sistema nervioso y los órganos.

Reduce las tensiones y activa la energía, pero además elimina las toxinas, regula la presión arterial y la ansiedad y quita los trastornos del sueño.

Do-in

Esta práctica fue inventada en China y tiene como objetivo mejorar la calidad de vida en las personas mayores. Está basada en una serie de ejercicios respiratorios para reducir los nervios, incentivar el equilibrio y conseguir la serenidad.

También lo usan en las oficinas en momentos críticos. Entre sus ventajas: permite una respiración consciente y adecuada, ayuda a meditar, fortalece los músculos, recupera el sueño y elimina tensiones o estrés.

Aikido

También es un arte marcial pero, a diferencia del karate o el taekwondo, fomenta la serenidad mental, rechaza la violencia y respeta a las demás personas.

Los movimientos son circulares y permiten mejorar la capacidad de concentración mientras que equilibra la mente, elimina el estrés y tonifica los músculos. El significado de la palabra “aikido” quiere decir camino de energía y armonía.

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Mi problema es esperar a que los demás actúen como lo haría yo

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Aunque nos pueda parecer injusto, solo podemos esperar el 100% de nosotros mismos, ya que el resto de personas también tiene sus intereses y estos no siempre coincidirán con los nuestros



No hay mayor fuente de sufrimiento que esperar a que los demás actúen como lo haríamos nosotros. Este, es un error en el que caen muchas personas y que, lo queramos o no, afecta a nuestro equilibrio emocional.

Cabe decir que todos nosotros solemos poner altas expectativas en las personas que más queremos, y lo hacemos así porque nos ofrece seguridad.

“Yo sé que mi pareja me apoyará porque yo lo haría por ella”.

Suponer, prever y, en esencial, esperar a que esa persona actúe como lo haríamos nosotros es un modo de “controlar nuestro mundo” y de estar seguros de determinadas cosas.

No obstante, las cosas no siempre suceden como pensábamos, y de ahí las decepciones. Queda claro que todos necesitamos de un porcentaje de seguridad en nuestra vida. De no tenerlo, no sabríamos a qué atenernos y sufriríamos.

Ahora bien, no debemos llevar al extremo estos pensamientos: no es adecuado pensar que el resto del mundo debe actuar de acuerdo a nuestros valores.

Te invitamos a reflexionar sobre ello.


El poder de las expectativas o esperar a que “tú actúes como lo haría yo”

Los padres y las madres aguardan a que sus hijos se comporten como ellos lo harían. Un amigo suele esperar a que nosotros les defendamos en toda situación y en todo problema. Un marido espera que su esposa actúe en todo momento según sus propias expectativas.

Estamos seguros de que en tus entornos más cercanos te habrás enfrentado a situaciones como esta. Son expectativas muy peligrosas que pueden acabar dañando profundamente a las dos partes. No es lo adecuado.


Veámoslo con detalle.

Si no actúas como yo espero me defraudas

Si no apoyamos a ese amigo en la iniciativa que tiene en marcha nos etiqueta de “falsos o de traicioneros”. Es muy posible que sus objetivos no sean acordes a nuestros valores o que, simplemente, en ese momento no podamos ayudarle por problemas personales.
Quien no es capaz de empatizar con las otras personas para entender sus realidades particularidades y su derecho a pensar diferente, es que no comprenden cómo funcionan las relaciones positivas basadas en la reciprocidad y el respeto.

Nadie tiene la obligación ni el deber de actuar de acuerdo a expectativas ajenas. De hacerlo, nos alejamos de nuestra personalidad y se vulnera nuestra autoestima.

La necesidad de tener el control en todos los ámbitos de nuestra vida

Hay quien no acepta la incertidumbre, el no saber qué va a ocurrir, el ver reacciones o actuaciones sobre las que no tiene control.

¿Cómo asumir que un amigo nos diga que prefiere irse de vacaciones con sus compañeros de trabajo antes que con nosotros?¿Cómo aceptar que uno de nuestros hijos nos diga que no desea hacer una carrera universitaria si es lo que siempre habíamos soñado?
Las personas que no toleran que el resto de personas actúen de acuerdo a sus elecciones, sufren una alta frustración y decepciones que dañan mucho su autoestima.
En realidad, bastaría solo con ser más empáticos y, ante todo, dejar de prever cómo deberían actuar los demás basándonos solo en lo que haríamos nosotros.
No lo esperes todo de los demás, espéralo todo de ti mismo

Derechos y obligaciones

Quien deja de esperarlo todo de los demás vive con más libertad y con más energía para centrarse en lo que de verdad es importante: esperarlo todo de uno mismo.
  • Tienes derecho a esperar a que los demás te respeten.
  • Tienes derecho a ser amado, pero no a controlar la vida de quien te quiere ni a dejar que los demás te controlen a ti.
  • Tienes derecho a esperar reciprocidad, pero no a confiar en que los demás estén de acuerdo con todas tus ideas, elecciones o valores.
  • Tienes derecho a luchar por tus sueños y a permitir que los demás alcancen los suyos a pesar de que estos sean muy diferentes a los que tienes tú.

  • Tienes la obligación de preocuparte de ti mismo, de cuidar de tus autoestima y evitar decepcionarte porque el mundo no reacciona como lo harías tú. 
  • Tienes la obligación de ser “proactivo” de crear tu propia felicidad evitando depender al 100% de los demás. Acepta las negativas, asume que, de vez en cuando, puedan decepcionarte.
  • Entiende que también nosotros podemos decepcionar a los demás, y no por ello somos mejores o peores personas. Solo somos personalidades que intentamos ser felices de acuerdo a nuestras identidades, en libertad pero respetando siempre al prójimo.

Para concluir, debemos entender que no solo el mundo es caótico, también lo somos las personas, y pretender que los demás actúen al 100% como nosotros lo esperamos es una fuente de estrés y sufrimiento muy elevada.

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Evitar personas y dejar espacio no es cobardía es un acto de sabiduría

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La sabia acción de dejar espacio es uno de los actos más acertados que todos deberíamos poner en práctica. Es respetar al otro, es ofrecer rincones donde favorecer el crecimiento personal de los que nos rodean.



Cuando esto no se cumple, cuando son los demás quienes no respetan nuestros espacios, nuestros derechos y necesidades, seremos nosotros quienes tengamos que poner distancia y alejarnos.

El hacerlo no será reflejo de cobardía, sino de sabiduría, porque cuando vetan nuestros rincones privados, esos lugares de nuestra mente donde alojamos sueños, necesidades y valores, están atacando nuestra identidad y autoestima.

Es importante tenerlo en cuenta, y por ello te invitamos a reflexionar en los siguientes aspectos.


La necesidad de dejar espacio para favorecer la libertad personal

Empezaremos concretando algo importante. Con “dejar espacio” no nos referimos solo a permitir una distancia física interpersonal. Es un concepto que va más allá y que queda definido en estas dimensiones:
Dejar espacio es permitir que una persona tenga voz propia, opinión, que defienda sus propios valores y que estos sean respetados.
Respetar espacios es también favorecer el crecimiento personal de la otra persona. Es darle alas para que alcance sus sueños siendo él mismo en todo momento, sin que impongamos nuestras creencias o elecciones.

Es común que, tanto en las relaciones paternofiliales como en las afectivas se tienda, en ocasiones, a vulnerar muchos de esos espacios privados de los que toda persona debe disponer. Veámoslo en detalle.

El espacio familiar y el espacio privado

Educar no es controlar ni marcar cada paso o elección que den nuestros hijos. Cada niño dispone de una personalidad, de unos sueños y unas aspiraciones que debemos respetar.
Si nos empeñamos en que sean “tal y como nosotros deseamos” estaremos vulnerando por completo sus espacios privados, su crecimiento personal y emocional. No es lo adecuado.
Una familia debe disfrutar de esos espacios comunes en los que hablar, guiar, aconsejar pero, más tarde, cada miembro tiene pleno derecho a tener sus valores y alcanzar sus sueños.

El espacio de la pareja y el espacio individual

Ser pareja es formar un espacio en común donde no dejemos nunca de ser nosotros mismos. A pesar de que toda relación debe aprender a compaginar esta complicada conjunción, solo aquellos que lo consiguen mantienen una relación satisfactoria y duradera.
El espacio de la pareja es aquel que compartimos construyendo proyectos de futuro para fortalecer el compromiso, ensalzando esos valores que nos unen y llegando a acuerdos.
A su vez, cada miembro de la pareja debe tener su espacio privado, ahí donde seguir formándose como persona, con sus proyectos laborales, con sus relaciones de amistad, con sus ideales, esos que la pareja no puede atacar o destruir.

Cuando atacan mi espacio personal me defiendo

Imagina que a tu alrededor existen unos muros invisibles cuya función es la de protegerte. En su interior estás tú con todo aquello que te define y te hace feliz.
  • Tus valores.
  • Tu experiencia adquirida y el aprendizaje que has obtenido de ella.
  • Tus sueños.
  • Tus triunfos, esos de los que te sientes orgulloso.
  • Tu autoestima
  • La autoimagen que tienes de ti mismo y de la que te sientes satisfecho.
  • Tus relaciones significativas con la gente que quieres y que son importantes para ti.

Imagina ahora que tu pareja, un compañero o compañera de trabajo o un hermano empieza a cruzar esos muros y ataca uno por uno cada tesoro de los que escondes en tu interior y que te definen: critica tus valores, tu cuerpo y ridiculiza el tipo de amigos que tienes.

¿Qué es lo que está ocurriendo entonces? Que están vulnerando tu espacio personal y que, por tanto, debes defenderte. Te explicamos cómo.

Deja claro que nadie tiene derecho a sobrepasar esos límites. Eso es algo que debe saberse desde el principio. Si nos callamos hoy mañana y pasado, al final habrán sobrepasado demasiado esas barreras y tu autoestima quedará dañada.

Formas en las que defender tu espacio personal

Si vulneran tu espacio personal, pon tú “espacio de por medio”, es decir, pon distancia y aléjate de lo que te hace daño. En caso de no hacerlo, poco a poco dejaremos de ser nosotros mismos, y quedaremos tan vacíos que nos convertiremos en una sombra de nosotros mismos. No merece la pena.
Dejar espacio y alejarse jamás será un acto de cobardía, al contrario.

Quien es capaz de dejar atrás lo que le hace daño actúa con la sabiduría y la valentía de esas personas que son capaces de defenderse a sí mismas cuidando de su autoestima.

Te recomendamos ponerlo en práctica hoy mismo, defender tus espacios personales así como respetar los de los demás.

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Cómo Interpretar Sueños y Liberar Nuestro Subconsciente

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Interpretar sueños es algo que la humanidad siempre ha intentado. A nivel subconsciente, sentimos que tienen un profundo significado.

Y es cierto. Tienen un profundo significado.

Son una puerta que conduce a un gran conocimiento sobre nosotros mismos.

Hoy hablaremos de cómo abrir esta puerta.



El Primer Paso para Interpretar Sueños

El primer paso para poder interpretar nuestros sueños es tomar conciencia de ellos.

Esto no siempre es fácil, pues los sueños son muy escurridizos, y si no prestamos mucha atención, a los pocos instantes de despertarnos se nos olvidan completamente.

Un ejercicio muy efectivo para recordarlos es, siempre que nos despertemos en medio de un sueño, coger enseguida un lápiz y una libreta y apuntarlo. Esto es muy útil, no solo para no olvidar el sueño, sino que, además, a medida que vamos apuntando normalmente van surgiendo nuevas partes del sueño que al principio no veíamos.

Por supuesto, este ejercicio tiene el inconveniente de que puede hacerse un poco pesado. Si duermes solo, puedes tener una libreta y apuntar los sueños desde la cama; pero aún así, tienes que encender la luz e incorporarte, y esto rompe un poco el descanso. Y si duermes acompañado, aún es más incómodo, porque normalmente tienes que levantarte e irte a otra habitación para no molestar.

Pero a pesar de esto, si quieres interpretar tus sueños, es muy recomendable hacer este ejercicio; como mínimo algunas veces. Yo lo hice durante una temporada y va muy bien para tomar conciencia de lo que soñamos. Se descubren muchas cosas, y fortalece la conexión entre las partes consciente y subconsciente de la mente.

Otra versión más práctica de este ejercicio es simplemente incorporarte en la cama, repasar mentalmente el sueño e intentar fijarlo en tu conciencia para que te sea más fácil recordarlo por la mañana.

Este ejercicio es menos efectivo que el primero, pero también funciona relativamente bien; sobre todo si has hecho la primera versión durante un tiempo. Eso sí, es importante incorporarse en la cama. Si te quedas tumbado, lo más probable es que te vuelvas a dormir sin recordar nada.

En cualquier caso, sea con estos ejercicios o con otros, es muy importante recordar los sueños, o por lo menos un parte de ellos, para poderlos interpretar.

Qué Son los Sueños

Una vez ya recordamos el sueño de forma consciente, el siguiente paso es entender qué significa.

Para ello, es muy importante tener claro qué son los sueños y cómo funcionan. De esto hablábamos en detalle en un artículo reciente, pero la idea principal es que, en los sueños, lo que sucede es un reflejo de lo que estamos sintiendo y pensando en cada momento.

Si te sientes alegre, aparecerá algo en el sueño que para ti sea hermoso; si estás triste, aparecerán escenas tristes; si sientes miedo, aparecerá algo que te de miedo, etc. Cada escena del sueño es un reflejo exacto de tu estado emocional interior.

Durante el día, en cambio, esto no pasa. Muchas veces lo que sientes no encaja con la situación que estás viviendo. Puedes estar en una bonita fiesta, por ejemplo, y sentirte triste. O puedes estar en medio de un atasco, y estar contento pensando en tus cosas.

Esta falta de coherencia diurna entre lo que sientes y lo que pasa a tu alrededor hace que, durante el día, tu subconsciente a veces se sienta atrapado. Muchas veces sientes cosas y no las expresas, y estas emociones no expresadas se quedan enterradas dentro ti.

Hasta que llega la noche.

Mientras duermes, tu subconsciente se siente enormemente liberado, porque se traslada a un mundo donde puede expresar todo lo que quiere. Y lo hace. Todo lo que sucede en los sueños es una expresión de lo que hay en ti, y que no has manifestado plenamente durante el día.

Cómo Interpretar Sueños de Forma Efectiva

Así pues, tenemos dos características muy importantes de los sueños:
Durante los sueños, nuestro subconsciente expresa las emociones que no ha podido expresar durante el día.
Lo que sucede en los sueños es un reflejo exacto de lo que sentimos en cada momento.

Teniendo esto en cuenta, una manera muy efectiva de interpretar los sueños es fijarnos no tanto en lo que pasa en el sueño, sino en lo que sentimos mientras soñamos.

Por ejemplo, imagínate que estás soñando que vas caminado por el desierto y que te encuentras con un viejo amigo. Sin duda, en un sueño todo tiene un significado, y podrías preguntarte por qué has soñado con un desierto y por qué ha aparecido ese amigo al que hace tiempo que no ves. Pero hacer un análisis de este tipo suele ser complicado debido a la diversidad y complejidad de los sueños.

Para simplificarlo, puedes dejar un poco de lado los detalles de lo que pasa, y fijarte principalmente en las emociones. ¿Qué sentías mientras andabas por el desierto? ¿Qué sentiste al ver a tu amigo?

¿Y en qué situaciones de tu día a día has sentido emociones similares?

Si has soñado con un desierto, es porque a tu subconsciente le ha parecido que esa era una buena manera de manifestar tus emociones internas. Podrías preguntarte por qué ha elegido este sueño y no otro para manifestar lo que hay en tu interior, pero lo más sencillo y directo es simplemente descubrir las emociones que le han llevado a generar ese sueño.

Así pues, una forma relativamente sencilla de interpretar los sueños es hacerte dos preguntas:

¿Qué has sentido durante el sueño?

¿Con qué relacionas esas emociones y qué significado tienen para ti?

Con estas dos sencillas preguntas, puedes descubrir muchas cosas de tu interior.

Y también darles un espacio para que puedan salir a la superficie y expresarse con libertad.

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Cuando la boca calla, el cuerpo habla

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A veces las personas no encontramos las palabras para expresar nuestro dolor y a cambio lo hace nuestro cuerpo. No sabemos nombrar con exactitud qué nos ocurre para que el resto logre entendernos. Esta incapacidad para hacer coincidir nuestras palabras con las emociones se conoce en el campo de la psicología como alexitima.


Habitualmente esta incapacidad tiene su origen en un sistema de comunicación familiar inexistentente o deficitiario. Muchas de las enfermedades de tipo psicosomático actuales nos dan una pista sobre las necesidades no cubiertas de la población: escucha, empatía, cariño.

Somatizar significa transformar un dolor emocional en otro físico, quizás por la incapacidad de expresar correctamente el primero. Una incapacidad que debe ser entendida y tratada como el origen de un problema que cumple una función: comunicar con el cuerpo lo que nuestra mente quiere expresar y nuestra voz no es capaz de reproducir.

Origen psicológico, síntomas físicos reales en nuestro cuerpo

Que los trastornos psicosomáticos tengan un origen psicológico no quiere decir que no se manifiesten en síntomas físicos reales. Síntomas que duelen, molestan y que en definitiva interfieren con la vida de una persona y su desarrollo satisfactorio.

No es de extrañar que en trastornos del estado de ánimo como la depresión, se observen estados vegetativos, un cambio en el patrón de sueño habitual y muchas quejas somáticas: se está somatizando la tristeza.

Hay muchos tipos de depresiones, algunas se caracterizan porque el paciente adopta una actitud agresiva y otras porque se adopta una actitud pasiva. En ambas, no se comunica lo que se siente o no se comunica adecuadamente y esta sensación se transforma en malestar psicológico y físico.


El precio de ser fuerte a toda costa conduce a somatizar

Cuando no nos comunicamos, implícitamente asumimos que no seremos escuchados, que no contamos con las estrategias sociales para hacernos entender o que directamente seremos rechazados. En un mundo en el que se nos dice que ser fuerte es la cualidad de oro, nadie quiere llevar barrotes de hierro en sus pies.

Muchas de las personas no expresan su malestar porque no encuentran las palabras para ello o simplemente se les ha enseñado que de hacerlo “quedarán expuestos”. No culparemos de esto solo a padres o tutores, sino a la sociedad en general . Se nos enseña todo tipo de asignaturas pero la asignatura de conocernos emocionalmente, queda pendiente.
De repente, un día nos sentimos paralizados. Nos preguntamos de dónde surge tanto dolor y porque mi cuerpo no da motivos claros que lo expliquen. Los motivos, están en la mente; pero están anestesiados.

El resultado de esta idea es bastante evidente: evitamos expresar cómo nos sentimos y cuando queremos darnos cuenta, ya no sabemos por qué nos sentimos mal.Tenemos una amnesia retrógrada que nos impide poder llegar a la verdadera raíz del problema, por qué duele tanto y de dónde surgió esto.

El trato a los pacientes que somatizan por parte de los profesionales sanitarios

La atención integral de la persona que viene a consulta con un trastorno de somatización es bastante deficitiaria en ocasiones. Estas personas necesitan una atención médica y psicológica.

En ocasiones son acusadas de histriónicas, simuladoras o facticias cuando no tiene nada que ver con eso. A diferencia de las personas hipocondríacas, aquí la persona no está convencida de que tiene una enfermedad, sino que no sabe qué es lo que le ocurre.

Quizás si sea cierto que tengan un sistema amplificador de los síntomas y una focalización muy centrada en éstos. Por ejemplo, una persona con altos grados de neuroticismo puede presentar este patrón de búsqueda y comprobación excesiva de síntomas.

Por tanto, esa persona quizás esté más centrada en sus síntomas y por ello su estilo ansioso los esté encrudeciendo. Pero los síntomas están ahí, son reales: dolores de cabeza, malestar gastrointestinal, fatiga crónica persistente, etc.

El paciente debe ser atendido de forma INTEGRAL, teniendo en cuenta las características psicológicas que pueden estar influyendo en sus síntomas físicos y evaluar también cómo sus síntomas físicos empeoran el cuadro psicológico.

En muchas ocasiones, cuando una enfermedad somática no es tratada correctamente, se cronifica y puede aparecer una consecuencia lógica y terrible para la persona que la padece. La enfermedad, ya cronificada, hace que la persona evite toda actividad social o que altere su rutina, creyendo que evita así el malestar y que sus síntomas estarán más controlados en su rutina diaria. Poco a poco, la persona va dejando de lado su vida por sus síntomas.

Las enfermedades psicosomáticas son reales y necesitan un tratamiento específico y ajustado a las características del paciente. Una vez descartadas las patologías orgánicas los profesionales deben lograr entender qué está queriendo decir el cuerpo porque la boca calla sin otorgar la razón a ninguna causa específica.

Cristina Roda Rivera

Todos tenemos nuestro talón de Aquiles

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Todos tenemos un punto débil, una señal que permanece en algún lugar abstracto de nosotros y que a veces se deja sentir en el cuerpo y en el alma. No hay nadie que pueda decir que no tiene un talón de Aquiles propio: es una marca que nos identifica y nos recuerda quiénes somos.



El talón de Aquiles tiene una doble cara: por un lado es positivo si pensamos que forma parte de las experiencias vitales o de la personalidad más profunda; por otro lado es negativo, porque nos recuerda que tenemos un pequeño hueco por el que nos hacemos vulnerables y por el que entra el miedo.


“Nunca olvides qué eres porque, desde luego, el mundo no lo va a olvidar.
Conviértelo en tu mejor arma, así nunca será tu punto débil.”
-George R.R Martín-


El “talón de Aquiles”

La expresión tener un talón de Aquiles proviene de la mitología griega y, en concreto, de la narración que hace Estacio en el siglo I del nacimiento del héroe: uno de los guerreros más importantes de Troya y prácticamente inmortal.

Sin embargo, tenía un punto débil: llamaban a Aquiles “el de los pies ligeros” por su velocidad innata, pero era justamente ese lugar del cuerpo el que podía hacerle también vulnerable.

Una de las versiones del mito cuenta como su madre tuvo a su hijo en sus brazos lo sumergió en el agua del Estigia, olvidando introducir también uno de sus pies, el derecho, por el que lo sujetaba. Cuentan los escritos, además, que durante una batalla una flecha envenenada alcanzó uno de sus talones y esa fue la causa final de su muerte.


¿Qué es ahora el talón de Aquiles?

Hoy en día en el momento en el que le decimos a alguien que ha encontrado nuestro talón de Aquiles estamos dándole a entender que ha llegado a conocer ese rincón exacto que nos hace flaquear ante diversas circunstancias.

Normalmente, bien de manera consciente o inconsciente, tratamos de esconderlo precisamente porque mostrar nuestro talón de Aquiles a los demás nos hace sentir desprotegidos y expuestos emocionalmente. Así que plantamos la guardia y esperamos que nadie consiga llegar ahí para usarlo en nuestra contra.

“Nadie puede ser más fuerte que su punto débil.”
-Anónimo-

Lo cierto es que tener un talón de Aquiles significa tener un flanco por el que sería muy fácil que nos hicieran daño, que llegarán muy dentro de nosotros, que eliminaran todas las barreras y defensas que el resto del corazón pudiera poner para evitarlo.

La personalidad del talón de Aquiles

Parece que visto de esta manera esta expresión es totalmente negativa y equivale a ser dueños de uno o varios puntos débiles. De hecho, muchas personas pensándolo de esta manera se mienten a sí mismas haciéndose creer que ellas no lo tienen: se olvidan de que tener un talón de Aquiles es uno de los indicios que le permiten conocerse mejor y diferenciarse del resto.

Cada talón de Aquiles tiene su propia personalidad: puede ser un recuerdo de una vivencia que nos ha marcado mucho, una persona concreta, una mala cualidad que manche otras muy buenas, etc.Reconocerlo y aceptarlo es un paso indispensable para ganar en seguridad personal y afrontar muchos retos de la vida.

“La más peligrosa de todas las debilidades es el temor de parecer débil.”
-Jacques B. Bossuet-

En muchas ocasiones huimos del autoconocimiento y nos incomoda adentrarnos en espacios en los que sabemos que podemos llegar a tener que gestionar una gran carga emocional. Sin embargo, hacer un estudio de cómo manejar nuestros puntos débiles puede llegar a ser lo que marque la diferencia entre la vulnerabilidad que nos hace débiles y la vulnerabilidad de la que podemos partir para crecer.

Así, mira a tu interior, busca tu talón de Aquiles y cuando lo encuentres habrás ganado algo muy importante, un gran reto en el que trabajar y que te va a hacer mejor a ti y también a las personas que quieres.

Cristina Medina Gomez

La empatía, el placer de la lectura emocional para nuestro cerebro

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La empatía es la habilidad de nuestro cerebro emocional para leer o percibir los pensamientos y sentimientos de los demás. Desarrollarla nos permite experimentar las emociones de los demás como si fueran propias, comprender su psiquismo y garantizar el apoyo o la actuación que esa persona necesita.


No es fácil dibujar un mapa en el que aparezcan correctamente identificadas las emociones propias y las ajenas, pero el esfuerzo por conseguirlo merece la pena. Si lo logramos tendremos una estupenda referencia que influirá de manera positiva en el tipo de vínculos que establecemos, en la mano que somos capaces de tender y en la alegría que seamos capaces de experimentar a partir de la generosidad.

Porque lograr ponernos el traje de la tristeza de otra persona, por ejemplo, es una maravillosa destreza que nos ayuda a movernos por el mundo acompañados de una valiosa e inteligente capacidad emocional.

En contra de lo que pueda parecer, teniendo en cuenta que le término se ha incorporado al lenguaje general, no es sencillo alcanzarla ni conseguirla. No obstante, a nuestro favor juega le hecho de quesomos seres emocionales que aprendimos a pensar, no máquinas pensantes que aprendimos a sentir.Aunque de eso nos hayamos olvidado…

Los verdaderos espectadores empáticos pueden oír incluso lo que se dice en el silencio. Lo más importante en la comunicación es oír lo que no se está diciendo.
Peter F. Druncker


El aprendizaje emocional, la base del desarrollo de la empatía

Nuestros primeros contactos emocionales nos enseñan qué ver y qué no ver en el mundo de los sentimientos y de las emociones. Así, nuestro aprendizaje empático conforma en sí mismo varias premisas:
  • El primer aprendizaje empático se basa en que tenemos que poner empeño en lograr percibir las emociones de los demás. Es decir, tenemos que sintonizar con los sentimientos y emociones ajenos para favorecer la comprensión de su mundo interior.
  • El segundo aprendizaje mantiene que actuar empáticamente no implica en absoluto adoptar la perspectiva ajena sino ver el mundo con otros ojos, lo cual nos ayuda a comprender por qué una persona actúa de cierta manera.
  • La comprensión empática contiene en sí misma una respuesta emocional hacia la persona en cuestión que trata de comprender los motivos que le llevan a ciertos sentimientos y acciones.
  • Además de eso tenemos que entender que no vale solo con percibir y comprender lo que otro siente sino que debemos saber transmitirle que está siendo comprendido, de manera que se cierre el circuito y los beneficios de ser empáticos se hagan patentes.

O sea que se trata de coordinar actuaciones a nivel cognitivo, conductual y sentimental. Además es importante diferenciar entre la empatía y la simpatía, pues aunque a través de la simpatía logramos percibir los sentimientos ajenos, esta no nos permite comprenderlos.
La empatía supone comprender y experimental los estados emocionales de los demás como si fuesen los nuestros. La sensibilidad para captar los mensajes no verbales es algo que hay que practicar de la misma forma que practicamos ecuaciones matemáticas o análisis sintácticos.

Empatía, lectura emocional dentro de nuestro cerebro

Con buena disposición podemos alcanzar el clima emocional que nos permite alcanzar esta sintonía y descifrar deseos, anhelos, mensajes profundamente enterrados, necesidades, etc. Todo este proceso maravilloso que a veces puede parecer casi mágico se desarrolla en nuestro cerebro, el cual realiza hábilmente una intensa lectura emocional.

La siguiente cuestión a responder es, inevitablemente, cómo lo hace. Por suerte para nosotros la ciencia va obteniendo respuestas y está consiguiendo localizar numerosas zonas en las que reside nuestra capacidad emocional. Veamos alguno de estos descubrimientos:
  • Uno de los más hallazgos más importantes de la neurociencia ha sido el de las neuronas espejo, las cuales se encuentran presentes en nuestros circuitos emocionales. Estas son unas células cerebrales que cumplen la misión de reflejar en nuestro cerebro aquello que estamos observando (de sobra es conocido el efecto que tiene en nosotros ver cómo otra persona bosteza).
  • El sistema límbico es la base de nuestro cerebro emocional. Esta zona cerebral es funcional desde que nacemos e incluso desde el vientre materno. Engloba el lóbulo temporal, la amígdala, el hipocampo y la zona orbitofrontal. Esta última funciona como estación de repetición, pues percibe y transmite información al resto del cuerpo sobre el estado anímico propio y ajeno.
  • El lóbulo frontal es nuestro cerebro ejecutivo. Esta parte de nuestro se encarga de modular y de gestionar las emociones del sistema límbico para que podamos encajarlas en el ambiente que nos rodea. Es decir, permite que seamos seres funcionales en la sociedad y nos capacita para actuar correctamente de acuerdo a las normas sociales, así como para ser reflexivos con nuestros sentimientos y acciones.
  • Los hemisferios cerebrales. En términos generales podemos afirmar que nuestro hemisferio izquierdo domina la capacidad para reflexionar sobre las emociones mientras que en el hemisferio derecho el sistema límbico tiene más peso.

Aunque a nivel individual las diferencias cerebrales pueden llegar a ser abismales, se ha encontrado que en los hombres predomina un actividad cerebral ejecutiva en cuanto a las emociones, mientras que en las mujeres el sistema límbico ha adquirido más importante. Esto nos ayuda a apoyar la creencia popular de que el mundo femenino tiende a ser más emocional, entendiéndose así que las mujeres suelen tener mayor capacidad empática.

Sea como sea, la empatía puede ser desarrollada tanto por hombres como por mujeres de la misma manera. Es importante, por lo tanto, que alfabeticemos nuestro cerebro emocional y que nos esforcemos por mirar el mundo desde los ojos ajenos. El viaje es maravilloso…

Raquel Aldana

Por Qué las Personas Menos Amorosas Gobiernan el Mundo y Cómo Esto Está a Punto de Cambiar

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Hay un fenómeno muy curioso en nuestra sociedad: muchas veces, las personas menos amorosas acaban siendo líderes.



Esto es muy evidente en política, por ejemplo, pero sucede también en muchas otras áreas.

Ya desde pequeños, en los patios de las escuelas, los niños más dulces suelen quedarse en un segundo plano, mientras que los demás se erigen como líderes.

En los institutos, los que adoptan una actitud más “chulesca” muchas veces son los que más atención reciben.

En las empresas, a menudo las personas que menos piensan en las demás acaban siendo jefas.

No siempre es así, por supuesto, pero pasa mucho.

Y no es que estas personas se hagan con el poder a la fuerza y luchen para mantenerlo. Muchas veces nosotros mismos los elegimos.

¿Por qué sucede esto?

Ya sea en política, en las empresas o en los grupos de amigos, ¿por qué seguimos a los menos luminosos?

Hay una explicación muy profunda para este fenómeno.

Un fenómeno que, por cierto, está a punto de terminar.

Qué Son Realmente las “Malas Personas”

Lo primero es dejar claro que en este mundo, ni en ningún otro, no hay malas personas. La maldad pura es algo que en realidad no existe, aunque muchas veces parezca que sí.

Lo que sí hay son varios niveles de conciencia. Hay personas con la conciencia más amplia, y personas con la conciencia más estrecha.

Cuando nuestra conciencia es amplia, percibimos la belleza pura del Universo y la Unidad entre todo lo que existe, y actuamos siempre con amor y armonía.

En cambio, cuando nuestra conciencia es estrecha nos sentimos seres aislados, y esto nos lleva a enfrentarnos a los demás.

Así pues, no es una cuestión de bondad o maldad, sino del nivel de conciencia.

Y el nivel de conciencia depende de la evolución que cada uno ha seguido. A grandes rasgos, depende de cuántas encarnaciones llevamos en la Tierra.

Es un poco como en la escuela. En general, los niños que están en quinto saben más que los que están en primero. Y no es que sean mejores, simplemente llevan más tiempo estudiando.

Pues en la Tierra pasa lo mismo. Los que llevan más tiempo aquí, en general tienen la conciencia más amplia.

Cómo Elegimos a los Líderes

Teniendo en cuenta que no hay malas personas, el punto más importante para entender cómo elegimos a nuestros líderes es que la mayoría de personas percibimos el mundo como un lugar hostil.

Cuando vivíamos en cavernas, había una hostilidad más o menos real, pues la vida era realmente peligrosa para nosotros: animales salvajes, enfermedades infecciosas, falta de alimentos, clima adverso, etc.

Ahora en cambio, hemos superado todo esto, pero seguimos percibiendo hostilidad en el mundo. Básicamente, porque los hostiles somos nosotros mismos. En lugar de colaborar, competimos los unos con los otros, y esto nos hace temer por nuestra supervivencia: perder nuestro empleo, quedarnos sin nada, etc.

Y esta es la clave para entender cómo elegimos a los líderes. Nuestra necesidad más básica es la supervivencia, y nuestro anhelo más grande es sentirnos seguros.

Y buscamos personas que nos hagan sentir esta seguridad.

Miramos a nuestro alrededor y pensamos: de las personas que veo, ¿cuáles parece que están más preparadas para sobrevivir en este mundo hostil? Me da igual si son compasivas y amorosas, lo que quiero saber es cuáles son las más fuertes. ¿Cuáles son las que vencen cuando hay una batalla? ¿Cuáles son las que me dan mayor probabilidad de sobrevivir si estoy a su lado?

La gran mayoría de nosotros hacemos esta reflexión interna, aunque muchas veces lo hacemos de forma inconsciente y no nos damos cuenta.

Por esto seguimos al chico de la clase con la actitud más altiva.

Por esto votamos al político que grita más alto.

No es que realmente prefiramos estas cualidades, ni que no nos demos cuenta de que no son las mejores.

Simplemente necesitamos sentirnos seguros.

Los Futuros Líderes de Nuestra Sociedad

Esto ha sido así durante siglos y siglos: los menos luminosos casi siempre han acabado teniendo el poder. Eran los que más seguridad nos transmitían en un mundo aparentemente hostil.

Pero esto está a punto de cambiar.

La humanidad está dando un gran salto evolutivo. Cada vez somos más los que nos damos cuenta de esto.

Este salto está provocando grandes cambios, y uno de los más importantes es que la simple supervivencia está dejando de ser nuestra prioridad.

En primer lugar, nos estamos dando cuenta de que en realidad somos eternos, así que no hace ninguna falta preocuparse por la supervivencia. Nuestra forma física puede cambiar, pero nuestra existencia profunda no corre ningún peligro.

Y, además, aunque no tengamos en cuenta que somos eternos, también estamos tomando conciencia de que sobrevivir sin más no tiene mucho sentido. Lo que realmente importa es hacer algo hermoso con nuestra vida.

Por primera vez en nuestra historia, ya no nos preocupa sobrevivir. Lo que queremos es vivir.

Este cambio se está produciendo de forma lenta y progresiva, y por esto a veces cuesta verlo. Pero ya está en marcha, y no hay vuelta atrás.

Y a medida de que vaya cogiendo fuerza y que más personas se sumen a él, veremos un efecto maravilloso en la sociedad.

Los líderes van a cambiar.

Porque, ¿qué sucede cuando la simple supervivencia deja de preocuparnos, y empezamos a buscar la plenitud, la paz y la armonía? Pues que buscaremos personas que tengan estas cualidades y nos fijaremos en ellas. Nos apartaremos de los que hacen ruido, y querremos estar cerca de los que transmiten paz.

Votaremos a los políticos que muestren integridad.

Seguiremos a las personas que muestren amor.

Hace 2000 años, Jesús pronunció una frase maravillosa que a muchos les costó creer: “Bienaventurados los mansos, porque ellos heredarán la Tierra.”

Es hora de empezar a creer, pues este tiempo ya ha llegado.

Es lento. Mucho más lento de lo que nos gustaría.

Pero ya ha empezado. Y está aquí para quedarse.

http://www.jananguita.es/

La Falsa personalidad

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Ciertamente, existe en nosotros un elemento perjudicial que es óbice para la adquisición de la verdadera Felicidad. Quiero referirme, en forma enfática, a la FALSA PERSONALIDAD. Incuestionablemente, si ésta se desvaneciera, sólo reinaría en nuestros corazones la BIENAVENTURANZA.

Desafortunadamente, la Falsa Personalidad está constituida por ciertos ingredientes perjudiciales.

Obviamente, me refiero ahora a la VANIDAD y al ENGREIMIENTO; no hay duda de que si estos dos “elementos” desaparecieran de la faz de la Tierra, la vida del ser humano cambiaría totalmente.

Con el engreimiento y la vanidad se procesan muchas causas y efectos equivocados. El ENGREIDO quiere subir al tope de la escalera, hacerse sentir, pisotear honras, dignidades, corazones, sentimientos, sin interesarle el dolor ajeno…

El VANIDOSO, obviamente, se siente herido cuando alguien le lastima, y en aras de su vanidad sacrifica a otros, con tal de tener lo que a las gentes más deslumbra: El flamante carro, la lujosa residencia, los elegantes trajes, etc. No importa que tenga que explotar a muchos, si por ese medio, o por distintos medios ha de conseguir el dinero necesario que le permita mostrar al mundo su fatuidad.

Así pues, hermanos, el engreimiento y la vanidad son gravísimos. Graves también son los CELOS y las PREOCUPACIONES. Las preocupaciones son semejantes, dijéramos, a las moscas: Miles de Yoes de las preocupaciones revolotean en la Mente, aguardando algo, como para formar problemas. Así como las moscas se posan en forma indiscriminativa sobre la inmundicia y sobre las comida, sobre todo lo que… …así son también el enjambre de los Yoes de las preocupaciones.


Ellos aguardan algo en que posarse para formar preocupaciones: Un concepto, una palabra, una idea, una teoría, cualquier cosa, no importa qué sea. Los Yoes de las preocupaciones sólo aguardan el instante en que puedan formar problemas, y flotan en la mente; son perceptibles para aquellos que posean la Divina Clarividencia.

Es terrible eso: pensar, sencillamente, de que tales Yoes se corresponden con la Falsa Personalidad (vean ustedes cuán perjudicial es la Falsa Personalidad).

Y en cuanto a los CELOS, ¿qué diríamos? El celoso forma “de una pulga un caballo”, hace problemas por doquiera. Si el ser amado sonríe, ya ése es un motivo de celos para el celoso, y entonces calumnia, hiere, hace daño. Mas no solamente existen celos pasionales, también existen otra clase de celos: Los celos religiosos, los celos políticos, los celos de amistad (ésos nadie los puede negar); los celos son múltiples y causan gran dolor.

Todos esos celos, todos esos Yoes de las preocupaciones, del engreimiento (que indubitablemente es gravísimo), la vanidad que tanta ostentación hace, y en fin, todo eso pertenece, sencillamente, a la Falsa Personalidad.

Podrían ser felices los seres humanos, si no poseyeran la Falsa Personalidad. Desgraciadamente, todo el mundo la posee. En ausencia de la Falsa Personalidad viviríamos en Éxtasis, ¡cuán dichosos nos sentiríamos! Mas desgraciadamente, las gentes todas poseen la Falsa Personalidad y eso es grave.

Es necesario que nosotros nos propongamos a DESTRUIR LA FALSA PERSONALIDAD. Es posible esto si le hacemos la disección a los celos, a la vanidad, a los Yoes de las preocupaciones, al orgullo, etc. Cuando uno comprende que el engreimiento es unos de los factores más densos de la Falsa Personalidad, se propone a hacerle la disección a ese “elemento” y lo disuelve radicalmente.

Pensemos en lo que es la FELICIDAD DEL SER y lo que es la Falsa Personalidad. El Ser, en sí mismo, es feliz, infinitamente dichoso. Cuando uno elimina a la Falsa Personalidad, queda en la plenitud del Ser, goza entonces de la Bienaventuranza. Desgraciadamente, muy pocos son los que se preocupan por esta clase de estudios, raros son aquellos que realmente intentan AUTOEXPLORARSE profundamente.

Obviamente, mis queridos hermanos, necesitamos provocar un cambio en nosotros. Si un mago, por obra de magia disolviera la vanidad y el engreimiento, la gente se encontraría totalmente transformada; desgraciadamente, no hallarían qué hacer, se hallarían desorientadas, no le encontrarían sentido a la vida, se suicidarían, morirían; y sin embargo, hay que disolver esos dos ingredientes: El engreimiento y la vanidad.

Pero el proceso del cambio, de la disolución, debe ser METÓDICO, DIDÁCTICO y hasta DIALÉCTICO.

De lo contrario moriríamos, nos hallaríamos desorientados. Cuando uno comprende esto, se propone a trabajar sobre sí mismo.

Necesitamos hacernos Conscientes, AUTOCONSCIENTES de nuestros propios pensamientos, de nuestros propios sentimientos y de los efectos que otros seres humanos producen en nosotros.

Cuando uno comprende la necesidad de hacerse Autoconsciente, va disolviendo entonces los factores del engreimiento y de la vanidad, así como el de los celos y las preocupaciones. Se procesa una transformación; obviamente ésta, nos llevaría al Despertar. DESPERTAR ES LO FUNDAMENTAL, despertar es radical…

Los Yoes del engreimiento y de la vanidad, que corresponden a la Falsa Personalidad, lo atrapan a uno, hacen que uno se identifique con las cosas de este mundo, con las cosas materiales, con los sucesos, con los distintos eventos recurrentes en el tiempo.

Uno tiene que aprender a producir la SEPARACIÓN de sí mismo, la separación de todas las cosas: NO IDENTIFICARSE con los sucesos, con los acontecimientos, con las cosas, con los eventos, etc., porque esta identificación le absorbe, le vampiriza a uno la Conciencia y la sumerge, en realidad, más profundamente. De manera que necesitamos que nuestra Consciencia despierte, lo cual es posible haciendo la separación entre nosotros y las cosas, los eventos, los sucesos…

Así, mis hermanos, debemos volvernos AUTORREFLEXIVOS, AUTOCONSCIENTES. Obviamente, el trabajo de desintegración de los “elementos” de la Falsa Personalidad, suele ser a veces muy difícil y esto no lo podemos negar. Nosotros quisiéramos desintegrar ciertos “elementos” y “subelementos” de la Falsa Personalidad, con el propósito de conseguir la Felicidad a la cual tenemos derecho, pero desgraciadamente (eso es lo grave), a veces sentimos que nos estancamos.

Hay YOES y “elementos”, “agregados” o “subelementos” de la Falsa Personalidad muy DIFÍCILES DE DESINTEGRAR; entonces necesitamos revestirnos de suma paciencia, si es que en verdad queremos avanzar.

A medida que nosotros ahondamos más y más dentro de sí mismos, vamos descubriendo también, que existen en nosotros ciertos agregados psíquicos, inhumanos, muy difíciles de pulverizar.

No debemos impacientarnos, y máxime cuando, en realidad de verdad, NO HEMOS PAGADO el precio del avance.

Desintegrar a veces ciertos “elementos” difíciles, es posible cuando uno paga. Es también absurdo querer desintegrar ciertos “subelementos” en forma inmediata, sin haber pagado. Recuerden ustedes que tales o cuales agregados inhumanos, personificando errores, se hallan, en verdad, íntimamente RELACIONADOS CON CAUSAS EQUIVOCADAS, y éstas a su vez, con el KARMA.

Así pues, no se extrañen ustedes si alguna vez se encuentran estancados en tal o cual “elemento”; es evidente que está él incluido, vinculado a tal o cual MALA CAUSA. Malas causas producen malos efectos, y esas malas causas o YOES-CAUSA, a su vez, se encuentran vinculados a la Ley del Debe y el Haber, a la Ley del Karma. En esos casos SE NECESITA PAGAR, para poder desintegrar estos o aquéllos “elementos” difíciles.

No solamente se paga con DOLOR, el karma se puede pagar también con BUENAS OBRAS; y hasta se puede lograr el perdón mediante el SUPREMO ARREPENTIMIENTO, y entonces los Yoes- Causa se disuelven.

La Impaciencia en estos estudios perjudica a nuestros neófitos; si éstos quieren realizar avances serios deben VOLVERSE SERIOS. No es concebible un hombre serio que no haya adquirido la PACIENCIA. El Cristo Jesús dijo: “En paciencia poseeréis vuestras Almas”. Muy buena dosis de paciencia se necesita cuando nos estancamos en tal o cual Yo. Por eso es urgente volvernos más conscientes de sí mismos, en pensamiento, en sentimiento, en la palabra…

Distingamos nosotros entre lo que es la PLÁTICA, propiamente dicha, y lo que es la CHARLA.

La charla y el charlatán son lo mismo; por eso en nuestros estudios no debemos aceptar jamás la palabra “charla”, o “charlatán” para nuestros conferencistas.

Nosotros no damos charlas; yo aquí no estoy charlando con ustedes, no señor; yo soy un hombre serio que no he venido ha charlar; he venido a platicar con ustedes, que es diferente. La charla es para los charlatanes y la plática la encontramos en los “Diálogos” de Platón, en las pláticas que sostenía Sócrates con sus discípulos.

Ya ampliamente se ha hablado sobre esto, y bien valdría la pena estudiar “La República” de Platón; así podríamos hacer una clara diferenciación entre lo que es la plática y lo que es la charla de los charlatanes.

La charla es algo mecánico por naturaleza; el charlista o charlatán, el que da charlas, es el individuo que no tiene Conciencia de lo que está diciendo, habla mecánicamente.

La plática es otra cosa: Plática es la de un Sócrates con sus discípulos, en su Academia, o la de un Platón en los Misterios de Eleusis; eso es la plática, allí hay reflexión. En este caso, quien platica, quien da la Enseñanza, habla por reflexión profunda, por REFLEXIÓN EVIDENTE DEL SER; escoge las palabras adecuadas para cada idea, y así reviste a las ideas con palabras exactas (resultado evidente de la Autorreflexión del Ser).

Quien platica, quien da la Enseñanza Esotérica, Gnóstica, en modo alguno discurriría mecánicamente.

Observen ustedes que los hombres reflexivos, cuando platican, lo hacen evidentemente concentrados, escogen los términos exactos para revestir las ideas trascendentales del Ser.

Así pues, debemos HACERNOS CONSCIENTES DE LA PALABRA; también debemos volvernos conscientes de nuestros SENTIMIENTOS y de nuestros PENSAMIENTOS.


Conforme vayamos desintegrando lo que debemos desintegrar (los ingredientes de la Falsa Personalidad), se irá produciendo una transformación didáctica, dialéctica, y la resultante de eso, de tal transformación, viene a ser la CONCIENCIA DESPIERTA, lúcida.



Cuando uno, en verdad, establece esta Enseñanza en su Mente y en su Corazón, comprende la necesidad de SACRIFICAR MUCHAS COSAS, la necesidad de LUCHAR por muchas cosas. Hay necesidad de Sacrificar mucho, mucho, para conseguir la transformación de Fuerzas; sacrificar lo que es más grato en la vida del hombre, del ser humano, es indispensable, en verdad, cuando queremos transformarnos.

¿Qué se entiende por “TRANSFORMACIÓN”? Convertirnos en una CRIATURA DIFERENTE, en una criatura que corresponde más bien al PERÍODO SOLAR (eso es transformación). Pero no podríamos alcanzar tal transformación si no tuviéramos paciencia. Repito lo que dijo el Cristo: “En paciencia poseeréis vuestras Almas”…

El impaciente queda estancado y fracasa para siempre. Yo no digo que ustedes no pasen por procesos de estancamiento, obviamente habrá esos procesos, pero si se revisten de la paciencia, saldrán de tales estados.

Necesitamos volvernos MÁS PROFUNDOS EN EL PENSAR. ¿A qué se parecería la gente superficial?

La gente superficial es como los pozos aquellos que se forman en los caminos; en los charcos sin fondo las aguas se pudren y sólo queda el lodo.

Y las gentes del profundo pensar, ¿a qué se parecerían? A los lagos profundos. Allí palpita la vida, allí viven los peces…

Necesitamos volvernos muy profundos para descubrir tantas y tantas cosas que tiene la Falsa Personalidad.Lo más grave es que si uno se identifica con la Falsa Personalidad, si vive en ella, pues, entonces fracasa, y a la larga, tendrá que involucionar en el tiempo, dentro de los Mundos Infiernos.


Si reflexionamos hondamente, mis caros hermanos, descubrimos dentro de sí mismos… …Quebrantar causas erróneas que sirven de basamento a determinados agregados psíquicos, dificilísimos de desintegrar; comprender esto es vital.

Pero ¿cómo quebrantaríamos las causas equivocadas, aquellas que nos hacen permanecer estancados en un punto, y de ahí no salimos por más que quisiéramos? Se necesita, forzosamente, de la DISECCIÓN ANALÍTICA DEL ERROR que nos mantiene estancados, del estudio profundo, relacionado con tal agregado psíquico, y del SUPREMO ARREPENTIMIENTO, del SUPREMO DOLOR.

Hay algo que siempre les he venido repitiendo a ustedes aquí, y es verdad: “La desintegración de tales o cuales errores en nosotros, no es cuestión meramente intelectual, del intelecto; hay que pasar a veces por GRANDES CRISIS EMOCIONALES, y llegar a derramar lágrimas de sangre, cuando, en verdad, se quiere la transformación”. Entonces así, logra producirse la desintegración de tal o cual agregado difícil.

Por lo común, esos agregados difíciles, repito, tienen causas muy graves; tales causas, o Yoes- Causa (para ser más enfático), se relacionan en forma directa con la Ley, con el karma. Es posible lograr el perdón de ciertas deudas cuando el arrepentimiento es sincero.

En cierta ocasión, me dirigía yo a mi MADRE DIVINA KUNDALINI; ella, la Serpiente Sagrada de los Grandes Misterios, estaba enroscada en una columna, conservando su cabeza de tipo humano.

Le supliqué perdón, pues, obviamente luchaba por la revalorización de ciertos Principios Étnicos en mí mismo, por la revaluación de ciertos Valores Místicos, por la regeneración del Oro Espiritual.

La respuesta de ella fue definitiva:

– Estáis perdonado, hijo mío, te perdono; ya TRES VECES TE HE PERDONADO…

Ciertamente, en la ANTIGUA TIERRA-LUNA, durante el Maha-Manvantara de “Padma” o “Loto de Oro”, había sido ya perdonado; en el CONTINENTE MU, otrora situado entre las embravecidas olas del Pacífico, había sido perdonado; y AHORA, por tercera vez, necesitaba perdón. Pero añadió la Serpiente Sagrada:

– En una de ésas, la segunda vez que os perdoné –refiriéndose al Continente Mu–, tu karma era tan grave, que francamente, a pesar que yo te perdoné, no me atreví a penetrar en el Palacio de los Señores del Karma, porque me hubieran pisoteado los Señores de la Ley; sin embargo te perdoné.

– Gracias, Madre –fue mi respuesta–…

Así, la Víbora Sagrada de los Antiguos Misterios, la Princesa Kundalini, perdona. Cuando uno se encuentra en el máximo grado de estancamiento en que “ni para atrás ni para adelante”, cuando no anda en ninguna forma, pues, no le queda más remedio que implorar el perdón a Devi Kundalini, a fin de que ella pueda desintegrar determinadas causas equivocadas o Yoes-Causa.

Aniquilando las mismas, los efectos se anulan.

Así es que hay que tener paciencia para realizar el Trabajo. Lo importante para nosotros todos, es lograr, en verdad, la transformación, y es posible lograrla cuando en verdad se tiene paciencia; el impaciente no avanza ni una pulgada en estos estudios. El impaciente debe luchar por eliminar el Yo de la impaciencia…

En todo caso, mediante la ANIQUILACIÓN BUDISTA, mediante la desintegración de toda clase de elementos inhumanos o subhumanos, perjudiciales, se consigue que la Esencia o Conciencia quede completamente desembotellada, despierta, en ausencia de la Falsa Personalidad, confiriéndonos algo que se llama “Bienaventuranzas”. La Bienaventuranza hay que lograrla, aquí y ahora, mediante la transformación radical.

A través de todo esto, es cómo muchos hermanos van comprendiendo, sintiendo la necesidad del cambio. Es lamentable que muchos, en realidad de verdad, no tengan CONTINUIDAD DE PROPÓSITOS; unos perseveran por un tiempo y luego se cansan, abandonan el Trabajo sobre sí mismo y así no consiguen, en verdad, ninguna transformación. Para conseguirla, se hace indispensable la continuidad de propósitos.

Necesitamos vivir en estado de AUTOOBSERVACIÓN CONTINUA, continua… Mediante la Autoobservación, uno descubre todos los procesos de la vanidad y del engreimiento; entonces puede ya, con tales datos, trabajarlos, trabajar todo eso, a esa vanidad y a ese engreimiento, pulverizarlos Es difícil que alguien permanezca en Autoobservación de día y de noche, constantemente; es difícil hallar en alguien así. Cuando uno persevera en verdad, quebranta a los Yoes y libera a la Conciencia, la vuelve refulgente, la torna despierta.

Se necesita cambiar, mis queridos hermanos; urge el cambio y esto no es posible si continúa existiendo en nosotros la Falsa Personalidad.

Quiero que ésta plática les sirva a ustedes para la Autorreflexión. Recuerden: “En paciencia poseeréis vuestras Almas”, en paciencia llegaréis al despertar…

Necesitamos hacernos consciente de nuestros propios pensamientos, hacernos conscientes de nuestros propios sentimientos, hacernos conscientes, en realidad de verdad, del efecto que nos producen las gentes que nos rodean. Necesitamos volvernos consciente del ambiente del ambiente en que vivimos y de las relaciones que tenemos con el medio ambiente; necesitamos hacernos consciente de las relaciones que tenemos con nosotros mismos, pues, mientras continuemos existiendo como máquinas inconscientes, nada estamos haciendo. Necesitamos dejar de ser máquinas…

Venerable Maestro Samael Aun Weor

Mindfulness: El Despertar Del Hemisferio Derecho

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El universo es un holograma cósmico. Todos los elementos que la componen están interconectados y cada parte tiene instantáneamente, la información de la totalidad. El cuerpo humano está formado por un patrón holográfico de energía consciente que conforma el cuerpo energético.

Cada ser humano tiene su propia frecuencia energética que configura su aura. Su vibración aumenta cuando los chakras están armonizados y según su nivel de conciencia, la persona se comunica con el exterior dando y recibiendo en resonancia con su frecuencia vibratoria, por lo tanto, las diversas manifestaciones de la materia, la mente y el espíritu, dependen del grado de vibración de la persona.

Los pensamientos forman la materia y construimos nuestra realidad en la forma en la que percibimos y procesamos las diversas experiencias que vivimos.

El hemisferio izquierdo se encarga de las funciones del habla, la lógica, la memoria, el razonamiento, el pensamiento analítico, la escritura, las matemáticas, la numeración, y controla la parte derecha del cuerpo, mientras que el hemisferio derecho, está a cargo de los sentimientos, emociones, imaginación, creatividad y fantasía. Es holístico, global, total, atemporal, existencial, simultáneo, espacial, simbólico, metafórico, artístico, visual y musical. Recoge varios tipos de información: imágenes, sonidos, olores y sensaciones, transmitiéndolas globalmente. Responde de forma inmediata procesando la información, usando el método de la síntesis.

En comparación con el hemisferio izquierdo, el derecho asimila muchas más impresiones, que luego se depositaran en nuestra consciencia global. Lo que vemos y comprendemos conscientemente, es muchísimo menos que lo que sabe nuestra voz interior o nuestra intuición. Este hemisferio se encarga de conectar con el alma sensible que conoce a través de las visiones, las intuiciones y las corazonadas, pues es capaz de comunicarse con el mundo arquetípico.

Creamos nuestra realidad según nuestras expectativas, nuestras ideas y nuestros sentimientos internos. Cuando la persona vive más enfocad@ en el mundo racional, funciona a través de la mente y los procesos condicionados, pero si desarrolla su parte derecha, puede conectar con el campo magnético de la tierra y el campo de la información del universo, para sincronizar con la energía universal y atraer una posibilidad cuántica conscientemente elegida a su experiencia vital y su crecimiento personal.


La intuición se hace presente cuando prevalecen el silencio interior y la atención consciente. El espíritu se manifiesta a través de la intuición y la intuición, es el lenguaje del corazón, pero el corazón ha de abrirse para poder conectar con la intuición. Cuando la persona a través de la atención en la respiración, se hace consciente del momento presente, retira la consciencia de su actividad mental repetitiva y a través del silencio y la quietud interna, traspasa el ego para entregarse profundamente en cada acto y crear de forma consciente, pues los pensamientos y sentimientos se alinean y desde la unión de la mente y el corazón, la persona es capaz de crear la realidad que desea vivir. En el estado interno de unidad consciente, surge una fuerza interna que nos permite cambiar la realidad a voluntad, pues cuando el pensamiento sincroniza con el entusiasmo y el amor hacia una idea, esa idea adquiere el poder de manifestarse y hacerse realidad.

Podemos influir en el campo electromagnético de la tierra a través del corazón y cuando centramos los pensamientos y sentimientos en el corazón, se vuelven emociones coherentes y provocan estados internos de seguridad, serenidad, centramiento, comprensión, gratitud y felicidad interior, y estos sentimientos, alteran los campos electromagnéticos del corazón, que a su vez, inciden en el campo que interconecta la materia, creando de este modo, la realidad que deseamos. Imaginamos la posibilidad cuántica elegida, le acompañamos del sentimiento de amor y entusiasmo hacia esa posibilidad, y sentimos que nuestra elección ya está sucediendo, pues el campo cuántico funciona en tiempo real.

La inteligencia intuitiva de nuestro corazón es capaz de mejorar nuestro entendimiento acerca de nosotr@s mism@s y nuestras relaciones, decisiones y elecciones, y cuando colaboramos de una forma grupal y coherente, se produce un incremento de armonía, creatividad y eficacia, desarrollando el potencial de cada un@. Las personas viven en sintonía y se comunican a un nivel consciente, desarrollando un sentimiento global de unidad. Este estado interno favorece el incremento de la conciencia colectiva del corazón, ayudándonos a vivir en un estado de coherencia social y global.


La consciencia es la que abre las puertas de la creación, pues es ella la que nos permite acceder al campo de todas las posibilidades, para crear lo deseado y ser feliz en la vida.

Confiamos y nos abrimos a nuestro interior para sentir nuestra respiración, y ser capaces de observar el mundo interior y exterior al mismo tiempo, pues somos una unidad con el todo. En estado de receptividad, podemos conectar con la red energética, expandir nuestra conciencia, abrirnos a distintas posibilidades, visualizar, sentir y entusiasmarnos, para conectar con el poder de nuestro interior y ser capaces de escuchar, empatizar, colaborar y crear.

En estado de meditación, escuchamos la voz interior, la mente se abre y el corazón conecta con la mente libre de condicionamientos, para despertar nuestros dones y talentos y realizar nuestro propósito en la vida, sabiendo que en cada situación el universo nos apoya y nos ayuda a evolucionar y realizarnos como personas.


La intención y la visualización desde el corazón, conecta con el cerebro y activa todas las áreas del cerebro, el lado izquierdo y derecho se armonizan y le dan la fuerza necesaria a la voluntad, para persistir y materializar los deseos personales, confiando en la sabiduría interna y la infinita creatividad del universo.


Cuando las dos partes del cerebro conviven en armonía, se producen entendimientos de tipo global, que facilitan a la persona la comprensión del funcionamiento de la mente universal, activando de este modo, nuevos circuitos neuronales y cambiando la configuración de su ADN, ofreciéndonos así, la posibilidad de desarrollar una conciencia multidimensional.



OLATZ BENITO DEL VALLE

Meditar significa estar atento a todas las actividades de la mente

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El arte de meditar implica mucho más que calmar nuestra mente y atender a nuestras sensaciones. En realidad aislarse a un lugar tranquilo y adquirir este hábito, concentrándonos para aprender a meditar, no tiene un verdadero sentido si no somos capaces de integrar su significado en nuestra experiencia diaria.



La meditación va más allá de emplear un tiempo a practicarla y aprender a concentrarse. El hábito ha de ser incorporado en nuestra vida, para que haya un cambio interno, con la intención real de ser mejores personas: con nuestro entorno, con nuestra naturaleza y los seres que habitan este mundo.

Nuestros conocimientos y creencias impiden que accedamos a una mente clara, inocente y sensible a lo que nos rodea. El sentido de meditar nos lleva a una mente que se libera de la distorsión y del ruido mental, para adquirir un despertar que nos hace ser más conscientes de cómo todo esto influye en nuestras relaciones y nuestra conducta.

“Correr, bailar, nadar, cualquier cosa puede ser una meditación. Mi definición de meditación es: siempre que tu cuerpo, tu mente y tu alma están funcionando juntos en ritmo, eso es meditación.”
-Osho-

Aprendemos a conocer nuestro “yo”

La meditación está más allá de la mente. Así que cuando esta se calma es posible llegar a un estado de claridad que facilita la tarea de eliminar los prejuicios e ideas preconcebidas que distorsionan nuestros pensamientos. Es así como podemos lograr ordenar nuestra mente para que se vuelva más sensible e inteligente.

“Es preciso estar atento al desorden que hay dentro de uno mismo, atento a las contradicciones, a las luchas dualísticas, a los deseos opuestos, atento a las actividades ideológicas y a su irrealidad. Uno ha de observar “lo que es” sin condenar, sin juzgar, sin evaluar en absoluto”
-Krishnamurti-

Al conocer a nuestro “yo” y estar atentos a cómo actúa y nos influye, es cuando se produce su ausencia, observándolo, y en esta ausencia la mente se pone en orden. Lo hace atendiendo a la experiencia presente, incrementando las posibilidades de adquirir cualquier aprendizaje potencial.

¿Has notado cómo tu experiencia se ve contaminada por tus pensamientos? Si somos capaces de mantener la mente en calma, podremos ir hacia la experiencia sin restricciones, aceptando las cosas tal y como son, sin pretensiones.

Meditar nos pone en contacto con nuestra naturaleza

Meditar no es una técnica a practicar, ni es una habilidad que se adquiere con nuestra mente y, por otro lado, tampoco supone esfuerzo. La meditación está por encima de cualquier actividad mental, ya que es capaz de observar esta actividad. En el límite donde termina la mente es donde comienza la meditación.

Utilizamos la mente para obtener logros, metas y aprendizajes, sin embargo mediante la meditación llegamos a nuestra naturaleza. Reconocemos nuestro estado más puro que se mantiene a pesar de cualquier experiencia y circunstancia. Es así como se llega a la integración de lo que tú eres más allá de tus acciones y tus logros personales. Contactamos con nuestra naturaleza a través de la meditación gracias a que nos encontramos con nuestro verdadero ser.

“La meditación es un estado de claridad, no un estado de la mente. La mente implica confusión, nunca es clara: no puede serlo. Los pensamientos crean nubes a tu alrededor: nubes sutiles. Éstas generan una neblina y se pierde la claridad. Cuando las ideas desaparecen, cuando no hay más nubes a tu alrededor, cuando te centras sólo en tu ser, se produce la claridad”
-Osho-


El principio de la meditación es el conocimiento de uno mismo

Llegar al conocimiento de uno mismo a través de la meditación supone estar atento a toda nuestra actividad mental en forma de pensamientos y sentimientos, además de todas la actividades que genera nuestra mente. Actuamos como observadores de la experiencia y es así cómo nos descubrimos.

Cuando comprendemos nuestra actividad mental dejamos que aflore nuestro inconsciente de una forma espontánea. Es así como nos liberamos del ruido que nos aturde, confunde e invade nuestra conciencia. Apartamos las capas que entorpecen nuestra visión para captar el mundo que nos rodea con mayor claridad.

“El control implica resistencia. La concentración es una forma de resistencia que consiste en reducir el pensamiento a un punto en particular. Y cuando la mente se adiestra para concentrarse por completo en una sola cosa, pierde su elasticidad, su sensibilidad y se vuelve incapaz de captar el campo total de la vida”
-Krishnamurti-

Rafa Aragó

Aprende a soportar un NO

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Hay miles de textos que hablan acerca del tema “aprende a decir no”. El asunto es importante, sin duda, pero al mismo tiempo que debes aprender a negarte cuando corresponda, también es necesario que sepas como aceptar el no de otros. Por supuesto, hay algunos que son sumamente difíciles de asimilar, pero lo cierto es que están presentes en la vida de todos y, de hecho, son una excelente oportunidad para mejorar.



Para aprender a reconocer la importancia de saber aceptar una negativa por respuesta, sería importante pensar en lo que pasaría si a todo nos dijeran “SÍ”. Imagina un niño al que se le conceden todas sus demandas. Seguramente, se volvería caprichoso, inseguro, obstinado y le concedería poco valor a lo que tiene. Lo mismo ocurriría con un adulto y con cualquier persona.

“El deseo de lo imposible es enfermedad de la inteligencia.”
-Bías-

Es muy probable que la mayoría de las personas recuerden con especial entusiasmo esos episodios en los que la primera respuesta fue un NO y luego lograron que se convirtiera en un Sí. Todo aquello que implica esfuerzo, superación y lucha es profundamente estimulante para la vida. Los límites razonables no coartan nuestra libertad, sino que garantizan nuestra salud mental y nuestro desarrollo. En muchas ocasiones debe agradecerse esa negativa.


Los límites son los que permiten poner en juego el deseo de lograr algo. La dificultad es lo que activa nuestros recursos intelectuales y emocionales. Al mismo tiempo, nos permite crecer, madurar y descubrir todo lo que somos capaces de ser y hacer. También nos ayuda a desarrollar la confianza en nosotros mismos y a identificar nuestro lugar en el mundo.

Los múltiples aportes de un NO

En el fondo, nadie quiere recibir un NO como respuesta, especialmente si lo que se niega es muy importante para nuestra vida. Que no quieren seguir amándonos, o mantener una relación con nosotros, puede ser devastador. Que no nos darán ese empleo soñado o, finalmente, no vamos a poder viajar a ese sitio que tanto queremos conocer. Quizás no podremos iniciar ciertos estudios, o contar con una beca indispensable. Todos esas negativas, duelen de verdad.

Al mismo tiempo, por más doloroso que sea una negativa, también nos hace grandes aportes. Estos son algunos de ellos:
  • Propicia la identificación y aceptación de otros puntos de vista. Es importante aprender que una negativa rara vez es una señal de rechazo a tu persona. Simplemente obedece a que el otro ve las cosas desde un punto de vista diferente.
  • El NO obliga a revalorizar los objetivos. Es una oportunidad inmejorable para que sopeses la importancia de lo que te propones. Quizás termines reorganizando tus prioridades y cambiando de meta.
  • Ayuda a evidenciar caprichos y obsesiones. Cuando el NO es reiterativo, quizás se trate de un llamado para que te hagas consciente de que no estás listo para algo. Es posible que te mueva un empecinamiento sin mayor sentido.
  • Estimula la imaginación y la capacidad de logro. Si corresponde a algo que de verdad quieres o necesitas lograr, pueden nacer acciones creativas.

Superar un NO

Muchas de las mejores historias y de lo mejor de nosotros mismos comienzan con esta palabra. También así comienzan los peores episodios. Como siempre, lo importante está en la forma como cada quien asume la realidad y no en la realidad misma. Lo cierto es que esta palabra es una de esas realidades que revela quiénes somos verdaderamente.

En primera, lo que hace un NO es sacarnos de nuestra zona de confort. Opera como un punto de quiebre, cuyo mensaje esencial es simplemente: prohibido seguir adelante. Es ahí cuando emergen respuestas que pueden resultar inesperadas y que dependen del tipo de persona que seas y de la importancia que tenga para ti obtener eso que te están negando. Cuando hay poca madurez, lo que sigue es una pataleta. Cuando confías en ti mismo, brilla un desafío.

El primer paso para superar una negativa es aceptarla. Y aceptarlo supone comprender que negarte algo es una posibilidad legítima que tiene un empleador, tu pareja, el sistema financiero, o lo que sea. Nadie tiene ganadas las cosas simplemente por desearlas mucho o por ser quien es.

El segundo paso para superar una negación es la consulta con nuestros más íntimos deseos. ¿Es tan importante eso que queremos obtener, como para insistir? ¿Cuáles son los mensajes escondidos tras esa negativa? ¿Indican que no somos aptos, que no estamos listos o que estamos en el camino equivocado? ¿Suponen una falta de reconocimiento por parte de otros, o una lectura equivocada por parte nuestra? Las respuestas a esas preguntas, de seguro, te llevan a un nivel superior.

Edith Sánchez

5 enseñanzas de “El principito” que te ayudarán a ser mejor

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La obra de “El principito”, escrita por Antoine de Saint-Exupéry, es uno de los libros más leídos de todos los tiempos. Aunque está considerado como un libro infantil por la sencillez de su narrativa, en él se tratan temas tan profundos como el sentido de la vida, el amor, la amistad, la soledad y la pérdida.



Las grandes enseñanzas de “El principito” nos transportan a un mundo lleno de esencia ligada con sabiduría. Imágenes y situaciones que ejemplifican nuestras dificultades y la forma ridícula que en ocasiones tenemos de comportarnos. Porque la vida en esencia no es tan complicada como cuando nos parece un mundo, somos sin duda nosotros quienes la complicamos.

La inocente historia de “El principito” nos muestra un mundo paralelo a nuestra realidad, que tiene que ver con la verdadera esencia de todos nosotros, en una reflexión profunda hacia la condición de la naturaleza humana. Sus enseñanzas nos hacen cuestionar cómo estamos viviendo, para que tomemos conciencia de cómo podemos aprender a ser mejores personas.

“Los hombres se meten en los rápidos pero no saben dónde van ni lo que quieren, entonces se agitan y dan vueltas.” ¿Dónde estoy?, ¿A dónde voy?, ¿Quién soy?, ¿Quién quiero ser?, ¿Qué quiero hacer?”
-Antoine de Saint-Exupéry-

Reflexiones que nos deja “El principito”

“El principito” está considerado como una obra maestra, ya que es capaz de sorprender y de captar la atención de cualquier persona, desde niños hasta adultos, sin importar la edad. Su belleza radica en las profundas enseñanzas, que quedan plasmadas con un lenguaje sencillo. Está lleno de palabras que evocan maravillosas imágenes, cargado de sensibilidad y ternura.

El autor escribe esta obra directamente con el corazón y es por eso que ha sido capaz de llegar a tantos corazones en el mundo a través de sus palabras. Estas cinco enseñanzas que compartimos a continuación poseen el valor de cambiar nuestras vidas, si somos capaces de integrarlas:

1. Lo esencial es invisible para los ojos

Esta es una de las reflexiones más conocidas de “El principito”, de inmediato al escucharla o leerla la reconocemos. En un mundo como en el que vivimos tiene aún más sentido, ya que nos encontramos superficialmente unidos al materialismo, la competitividad y las apariencias.


“Lo esencial es invisible a los ojos”, nos recuerda que somos mucho más que este mundo de apariencias. Porque las cosas importantes son las que no se pueden ver, son las que se sienten; como el amor, la bondad, la generosidad y la amistad.


2. Conócete a ti mismo y podrás comprender mejor a los demás

Implicarse en el propio conocimiento de uno mismo siempre es más complicado que estar juzgando a los demás. Lo fácil es la queja de cómo es el mundo y cómo nos gustaría que fuera, sin embargo ¿qué estás tú haciendo por ti para contribuir a un mundo mejor?

En el momento que tomamos consciencia de quienes somos y nos comprometemos en ser mejores personas cada día, es cuando realmente estamos preparados para ayudar y compartir nuestro amor con cada uno de los seres que forman parte de lo que somos. No existen buenos o malos, existen personas que hacen lo que pueden, cómo mejor saben hacerlo, con lo que han recibido. Una persona no puede dar lo que no tiene, por eso es importante que cultives tu amor.
“Es mucho más difícil juzgarse a sí mismo que juzgar a los demás. Si logras juzgarte bien a ti mismo eres un verdadero sabio”

3. Amor no es mirarse el uno al otro, sino mirar los dos en la misma dirección

El amor es algo de dos, esta unión tan especial como la que supone el amor, pierde sentido y fuerza cuando no hay reciprocidad. El amor se va construyendo mediante la colaboración: en el momento que uno se queda descolgado, es la otra persona quien soporta todo el peso y es así como acaba por destruirse.

Para que ambas personas caminen hacia la misma dirección, con la guía y fuerza del amor, es necesario compartir proyectos de vida. El hecho de compartir alegrías, experiencias e intereses comunes da sustento y vitalidad a dos almas que comparten un viaje extraordinario.


4. Mantén la ilusión y la inocencia a pesar de las malas experiencias

Conforme vamos acumulando experiencias, vamos aumentando nuestras capas de desconfianza. Perdemos la frescura que nos da la inocencia: el observar, explorar y experimentar lo nuevo que nos ofrece cada día. Nos quedamos sin experimentar lo extraordinario que hay en todo lo que nos acontece.

Es inevitable que sintamos el dolor y que pasemos por la angustia de situaciones difíciles. Forma parte de nuestro crecimiento, al igual que mantener la ilusión de cada día para poder seguir dándole un sentido a todo lo que nos ocurre. Y ese sentido se nos escapa de la razón, ya que está impregnado de nuestros sentimientos.
“Las personas mayores nunca pueden comprender algo por sí solas y es muy aburrido para los niños tener que darles una y otra vez explicaciones”

5. Atrévete a conocer en esencia a las personas

Nos fijamos mucho en las apariencias de lo que tenemos y muy poco en lo que somos. Aventurarse a conocer a alguien en profundidad es la forma de encontrar su verdadera esencia, su belleza más real. Hacemos una valoración externa, nos quedamos en el prejuicio y no damos la oportunidad de saber nada de la otra persona sin que este conocimiento ya esté condicionado. Solo podemos llegar al amor si generamos la posibilidad de conocer y comprender a los demás.
“A los mayores les gustan las cifras. Cuando se les habla de un nuevo amigo, jamás preguntan lo esencial del mismo. Nunca preguntan: ‘¿Qué tono tiene su voz? ¿Qué juegos prefiere? ¿Le gusta coleccionar mariposas? Pero en cambio preguntan: ¿Qué edad tiene? ¿Cuánto pesa? ¿Cuánto gana su padre? Solamente con esos detalles creen conocerte”

Rafa Aragón

Apapachar, la complicidad de acariciar con el alma

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Dicen que “apapachar” es una de las palabras más bonitas que existen y que lo es aún más la acción que simboliza, “acariciar con el alma”. Esta bella palabra proviene del náhuatl “apapachoa” y ya ha dado la vuelta al mundo.



Cabe decir que el término nahualt no tiene este significado tan emocional, sino que éste se ha tomado en el proceso de castellanización de la palabra. Así, en realidad apapacho viene de papachoa,un verbo usado para hacer referencia a las acciones de amasar, masajear o sobar con cariño.
Así que a través de las derivaciones ha ido tomando esa connotación de la que hablamos, la de “acariciar con el alma” y dar lugar al desnudo emocional.

Un apapacho es algo más que un abrazo unido a un bonito momento, más bien designa una complicidad, un encuentro emocional, algo que va más allá de un mero contacto cariñoso. Ahora bien, quizás para algunos de nosotros acariciar con el alma tenga este significado pero otros puedan darle más o menos intensidad a su definición.

Acariciar con el alma, rellenarnos de emociones

Podemos seducirnos a través de las palabras y de las caricias más allá del contacto piel con piel, de los sentidos tradicionales, del renacer sentimental y de la reacción de nuestras emociones. En cuestión de sentimientos hay mucho escrito pero, al fin y al cabo, cada uno tiene que pensar, sentir y validar los suyos.

Somos seres emocionales que piensan a través del lenguaje de las emociones y, por eso, sabemos que tanto abrazar como hacer sentir a los demás nuestro afecto es uno de los mejores regalos que podemos hacer.

Porque sentirse acariciado con el alma es sentir la unión de nuestras emociones. Los problemas desaparecen por segundos, la angustia se deja envolver por el amor y por momentos vinculamos nuestras constelaciones con las del otro.
Apapachar proporciona una paz deslumbrante, pues no hay nada que nos haga sentir mejor que sabernos queridos, valorados y apoyados.

El baile químico de nuestras emociones

Lo que llamamos metafóricamente “la unión de dos almas” se convierte en un baile químico a nivel cerebral. Nuestras emociones se combinan sutilmente en forma de dopamina, serotonina, oxitocina y noradrenalina.

Con los abrazos a través de los que nos vinculamos encendemos un sinfín de constelaciones afectivas que potencian nuestro bienestar y nos ayudan a retomar el control, poniendo a nuestra disposición un timón y un anclaje que sin duda nos sostiene en la vida.

Porque al fin y al cabo de esa caricias depende gran parte de nuestro desarrollo socioemocional. Conviene, por lo tanto, anclarse a estas experiencias, mejorar nuestra conciencia y dar amor.

El encuentro más íntimo entre dos personas no es el sexual, es el desnudo emocional

El encuentro más íntimo entre dos personas no es el sexual, es el desnudo emocional. Este intercambio solo puede producirse cuando se vence el miedo y logramos darnos a conocer al otro tal y como somos, sin anestesias ni tapujos.

Podemos seducir y ser seducidos a través de nuestras emociones; sin embargo, solemos descuidar esta faceta y menoscabar nuestra capacidad de conectar o sentir a través del auto y del heteroconocimiento. Porque un apapacho comienza con uno mismo, con nuestra capacidad de autoabrazarnos, de utilizar nuestras emociones para seguir creciendo, aprendiendo y evolucionando a la par de nuestras experiencias.

En definitiva, apapachar es desnudar nuestros miedos, nuestras inseguridades y nuestra verdad emocional. Es romper nuestros miedos y entregar calidez y hogar a través de los abrazos. Todo esto, sin duda, merecía una palabra tan bella.

Raquel Aldan

Se puede ser feliz con una vida tranquila

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Algunas personas saben desde su infancia lo que van a ser de mayores, lo que va a ser “cuando crezcan”. A otras les cuesta un poco más decidir su camino, pero la mayoría, por no decir todos, pasan por lo mismo: qué voy a hacer con mi vida. Ser feliz se perfila entonces por conseguir una meta. Pocos te dirán que cuando crezcan quieren tener una vida tranquila. De hecho, ¿qué clase de objetivo es ese?



Nuestra cultura parece estar centrada intensamente en la pasión y los sueños. Por ejemplo, si te fijas en los programas más populares de la televisión te darás cuenta de que son aquellos en los que las personas compiten por la oportunidad de vivir sus sueños.

Parece que la idea de que el éxito, el ser el primero, el lograr ser más que nadie, alcanzar lo que nadie ha alcanzado antes, cumplir un sueño es lo que debemos hacer. Nadie nos dice el precio que muchas veces hay que pagar para ello, ni mucho menos que podemos tener otros objetivos. Tener una vida tranquila también es una opción.

El deseo constante del ego para ser especial

No siempre tener un don y un talento es una bendición, necesariamente no te hace feliz. En la sociedad actual parece que, si haces algo bien, tienes que explotarlo, ponerlo a disposición de quien quiera juzgarlo y ganarte la vida con ello (y, de paso, permitir que otros también lo hagan). Nos venden la idea que ese talento nos hace especiales y que necesitamos mostrarlo al mundo.


Lo mismo ocurre con las personas con gran capacidad intelectual. De alguna u otra forma, cuanto más inteligente es una persona más se le empuja a “hacer una gran carrera” o a estudiar algo más complejo. Aunque parezca mentira, las opciones se reducen, porque no se puede “desperdiciar” tanto talento para los estudios. No puedes desperdiciar tanto talento siendo feliz.
Tal vez el camino pase por enseñar a nuestros jóvenes a que la respuesta a la pregunta qué quieres ser no tiene por qué ser la misma que a la pregunta a qué te quieres dedicar.

No conseguir todo lo que deseas puede ser una bendición

Es fácil soñar con una vida feliz y maravillosa, llena de reconocimiento profesional y personal, grandes lujos que puedes permitirte gracias a tu gran trabajo y una gran cantidad de oportunidades para tener una vida de ensueño, de esas que vemos en la televisión. Lo cierto es que en eso solemos basarnos a la hora de plantear nuestras metas. Creemos que tiene que se así.

Pero muchas veces nos obsesionamos tanto con conseguir lo que queremos o lo que se espera de nosotros que nos olvidamos de muchas cosas que quedan por el camino. En esa búsqueda del éxito nos cargamos de estrés, nuestras relaciones personales se ven afectadas por el logro de esos objetivos y es fácil desatender nuestra faceta emocional e incluso espiritual.

Seguro que se te ocurren muchos ejemplos de personas que están en lo más alto, que han conseguido llegar a niveles de triunfo espectaculares, que son referentes en su profesión, pero que viven al límite de sus fuerzas físicas y su cordura, por no hablar de su salud. Personas que se ven sometidas a grandes presiones y que, por una causa u otra, no tienen más opción que seguir así, a pesar de todo, que no tienen opción de cambio.

Pero seguro que también sabes de gente que, por el motivo que sea, dejaron de perseguir sus metas para cambiar de vida y que ganaron con el cambio o que simplemente tuvieron que dejar lo que estaban haciendo. A esos es a los que se refiere esta cita.

“Recuerda que, a veces, no conseguir lo que quieres, es un maravilloso golpe de suerte”.
-Dalai Lama-

La clave aquí es ser flexibles para encajar los golpes y aprovechar el fracaso para crecer interiormente, para mirar más dentro de uno mismo y no solo más allá. ¿Qué quieres de la vida, ser o tener? Aceptar las cartas que te da la vida te puede permitir jugar una partida excepcional.

El propósito fundamental de la vida es buscar la felicidad

“Creo que el propósito fundamental de nuestra vida es bus car la felicidad. Tanto si se tienen creencias religiosas como si no, si se cree en talo cual religión, todos buscamos algo mejor en la vida. Así pues, creo que el movimiento primordial de nuestra vida nos encamina en pos de la felicidad”.
-Dalai Lama-

¿Ser feliz es realmente un objetivo viable en nuestro entorno? En el fondo, todos sabemos que es difícil, al menos en las condiciones impuestas por la sociedad de hoy y con la tendencia generalizada que tenemos a complicarnos la vida. Simplificar algunas cosas puede suponer una gran oportunidad para buscar esa felicidad ansiada.

Cada uno debe buscar la forma en la que quiera buscar ese camino, sin sentirse culpable por tomar uno u otro camino y respetando el sendero que decidan tomar los demás.

Eva Maria Rodríguez

La autoconciencia, una mirada sabia hacia nuestro interior

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La autoconciencia es la capacidad de mirar sabiamente hacia nuestro interior, una lectura cómplice de nuestras voluntades, nuestros sentimientos, nuestras emociones, nuestros pensamientos y nuestras inquietudes.



La autoconciencia como pilar de la inteligencia emocional nos permite endulzar la percepción de nuestra individualidad en el momento presente, teniendo en cuenta el pasado que fuimos y el futuro que nos acompaña en forma de expectativas personales.
La importancia de la autoconciencia o autopercepción radica en que es fundamental para modificar o redirigir aquellos aspectos de nuestra personalidad que pueden ser retocados o redirigidos.


El trabajo interior, esencial para nuestro bienestar

Trabajando en la mejora de la conciencia de uno mismo y de la clarificación de nuestros pensamientos podemos lograr una mejora considerable. Podemos pensar que autoconscientes somos todos, pero realmente solemos atender solo a cuestiones superficiales de nuestro interior.

La vida pasa por nosotros en lugar de pasar nosotros por ella, pues descuidamos la percepción de lo realmente trascendente. Suele suceder que nos acostumbramos a unas rutinas y a unos sentimientos y, como consecuencia, desconectamos a nuestro interior de nosotros.

¿Es esto posible? Evidentemente sí, pues gran parte de nosotros vivimos desenchufados y nos comportamos casi puramente de manera mecánica. La autoconciencia en realidad es una función bastante compleja, sobre todo en el universo emocional.


La autoconciencia emocional, un universo ignorado

Muchos de los estados emocionales que alcanzamos o podemos alcanzar son prácticamente imperceptibles si no atendemos a ellos con la intención de experimentarlos y ponerles nombre. Sin embargo, estas mismas emociones dirigen nuestros comportamientos en muchas ocasiones como si fuésemos autómatas.

La clave está en prestar atención a los indicadores emocionales leves, ya que la aparición de cualquier emoción tiene un mensaje que transmitirnos para conseguir aprender de manera constante sobre las causas ocultas que nos lo provocan. Es decir, se trata de normalizar nuestro comportamiento emocional y psíquico para lograr un bienestar más puro.

Suele ponerse el ejemplo del enfado o la rabia, emociones que tienen un destinatario pero que pueden estar disfrazando la envidia, por ejemplo. Ser conscientes de esto solo es posible a través de la introspección y el autoconocimiento.

Es bueno tener un diario emocional de lo que sentimos día a día: examinarnos de esta manera tiene la capacidad de potenciar o trasladar nuestra mirada interior. Al fin y al cabo se trata de conocernos y eso requiere trabajarse y esforzarse, lo cual es imposible si solo prestamos atención a lo que más nos interesa y desechamos el resto.
De todas formas es natural ser selectivos en nuestro estado de conciencia pero ocurre que esa misma inercia contribuye a que perdamos visión sobre aquellos sentidos que no son los tradicionales.

De este modo, cuando nos embarga una emoción y solo percibimos malestar o aflicción estamos obviando un amplio abanico de colores que pueden aportar riqueza a nuestra vida y a nuestra manera de contemplar las experiencias.

El control del mundo interior, clave para el manejo de nuestra vida

“El dolor termina solo a través del conocimiento propio”, afirmó en una ocasión Krishnamurti. Esto quiere decir que las herramientas para acabar con el dolor que provocan nuestras emociones y sentimientos están en nuestras manos o, mejor dicho, en nuestra visión interior.
Hacernos competentes y percibir de modo consciente nuestras emociones se consigue penetrando en ellas, perdiéndole el miedo al malestar que nos las provoca y ampliando nuestras perspectivas.

Los estados emocionales no se resumen en: estoy enfadado o estoy alegre. Solo podemos percibirlos si atendemos a la realidad emocional que nos acompaña a todos lados: una reacción emocional es la suma de muchos sentimientos diferentes que la perfilan.

Una mezcla, una amalgama que tiene origen y que actúa como consecuencia, perpetuándose a su vez como si de una cadena de acontecimientos se tratase. O sea que debemos distinguir entre lo que es darnos cuenta de la reacción última (estoy enfadado) y lo que es atender a su origen y al cúmulo de sentimientos y emociones que generan el enfado.

En definitiva, la autoconciencia emocional es darse cuenta de la manera en la que se relacionan sentimientos, pensamientos y comportamientos pretéritos y presentes, así como su interrelación con nuestras expectativas a todos los niveles.

Conseguir ser conscientes de esto es el primer paso hacia nuestro autocontrol, pues el principal artífice sobre lo que se piensa y se siente es uno mismo. No podemos arremeter contra el exterior ni buscar culpables de lo que nos pasa, pues quien valida los sentimientos y las emociones propias somos nosotros. Aunque cabe destacar que eso, sin duda, se refleja en el exterior.

Raquel Aldan

Si la puerta no abre, no es tu camino

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Si la puerta no abre, sencillamente, es que no es la puerta ni aún menos nuestro camino. Sin embargo, en ocasiones, invertimos demasiado tiempo y esfuerzos buscando unas llaves para las cuales, ni siquiera hay puertas. Porque hay destinos imposibles, personas que no encajan en nuestras cerraduras y caminos por los que es mejor no transitar.



Si bien es cierto que ninguno de nosotros acertamos nuestros destinos personales a la primera, cabe decir que tampoco es malo perderse de vez en cuando. Abrir puertas que luego cerramos de nuevo para adquirir experiencia, para saber quien sí y quien no, es algo que merece la pena llevar a cabo sin miedo pero con con equilibrio y una adecuada actitud.
Cuando una puerta que nos dio felicidad se cierra, a menudo suele decirse que se abre otra. Pero no siempre podemos verla, porque nos pasamos gran parte del tiempo lamentando la que ya no puede abrirse, esa para la cual, ya no tenemos llave…

Los psicólogos y sociólogos se han preguntado durante mucho tiempo qué hace que las personas elijamos un determinado camino y no otro. Suele decirse que nuestras elecciones nos definen, pero en realidad, muchos de esos mecanismos que nos hacen ir en una determinada dirección siguen siendo inconscientes. Te invitamos a reflexionar sobre ello.

Una puerta cerrada a veces, es un muro que derribar

La voz popular siempre nos ha dicho aquello de que cuando una puerta se cierra otra se abre. También suele escucharse aquello otro de que la felicidad, es como una mariposa, si la persigues se te escapa y si te quedas quieto viene hacia aquí. Ahora bien, si hiciéramos caso de estos principios llegaríamos a la conclusión de que la felicidad y las oportunidades se suceden solas y casi por arte de magia.

Cuando una puerta se cierra solemos quedarnos bastante tiempo lamentado “ese portazo”. Nadie reacciona tan rápido como para poder ver esa otra salida donde se supone se halla la mejor elección, el mejor camino. Por otro lado, y a modo de ejemplo, vale la pena conocer un interesante libro titulado “The art of choosing” (el arte de la elección) de la psicóloga Sheena Iyengar.

La doctora Iyengar es ciega. Cuando llegó a Canadá desde la India, sabía que su familia, tal y como dictaba su cultura, iba a decidir su matrimonio llegado el momento. A su ceguera se le sumaba la idea de que no iba a poder salir de ese círculo, de esa cárcel personal. Gracias a sus días en la universidad fue consciente de que las mentes ajenas no tienen derecho a marcar nuestros propios guiones de elección. Las puertas que nos cierran los demás son también muros que todos nosotros podemos derribar.

A día de hoy Sheena Iyengar es todo un referente en la psicología de la elección personal.

Volver a empezar cuando muchas de nuestras puertas se han cerrado

Tal vez, en algún momento de nuestro ciclo vital, no tomáramos la mejor elección o puede incluso, que sí lo fuera durante un periodo de tiempo. El suficiente para hacernos creer que ese, iba a ser nuestro destino definitivo. Sin embargo no lo fue, y tras el portazo quedó el vacío y el rumor de nuestras tristezas. Tal vez fuera una relación, puede que un trabajo o una amistad que no ha terminado bien.

El destino no es algo que deberíamos ver, el destino debemos crearlo nosotros con determinación y valentía abriendo las puertas más adecuadas.

Ahora que ya sabemos que no siempre se nos abre de forma inmediata esa supuesta “puerta de emergencia” con la cual, ofrecernos una nueva salida hacia la “felicidad verdadera“, vale la pena reflexionar sobre estas cuestiones para entender que la vida, en realidad, es todo un laberinto de puertas por las que transitar, cruzar, disfrutar, aprender y sin duda… También saber cerrar.


Claves para encontrar el camino más adecuado

Ningún sendero elegido a lo largo de tu viaje experiencial ha sido en vano. Lejos de arrepentirnos por haber cruzado una puerta, por haber tenido esa pareja, por haber iniciado ese proyecto o encontrar, simplemente, más frustraciones que alegrías, es necesario asumir lo vivido como un buen aprendizaje.Porque toda cicatriz enseña, y todo camino errado supone una invitación a “empezar de nuevo”.
Entiende que cuando algo termina, la felicidad no se “reinicia” por sí sola. Es necesario pasar por un tiempo en el cual, reconstruirnos, conectar con nosotros de nuevo y cerrar adecuadamente esa puerta, esa etapa.
Llegará un instante en que nos sintamos preparados. Lejos de mirar atrás, sentimos de nuevo la invitación de mirar al frente, de volver a ilusionarnos y de caminar ahora con mayor seguridad, con mayor sabiduría.
Entiende además que no existe un camino “ideal”, que ninguna puerta tiene la llave de la felicidad permanente o de la solución a todos nuestros problemas. Es el propio viaje es quien nos da las respuestas, y las alegrías, vienen y van. Lo único que necesitamos es ser más receptivos, y ante todo, valientes para cruzar todos esos umbrales maravillosos que nos faltan por descubrir…



Valeria Sabater

Con el tiempo se aprende a querer más pero a menos gente

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Es un secreto a voces que los verdaderos amigos se cuentan con los dedos de una mano y que, según van pasando los años, pesa más la calidad de nuestras relaciones que la cantidad. Por eso decimos que con el tiempo se aprende a querer más y a menos gente.



Las experiencias vitales nos “obligan” a cercar nuestro círculo social, a hacerlo más selecto y a manejar las distancias y proximidades de manera más precisa y acorde a nuestras necesidades. No es que nos volvamos huraños o, como alguno diría, antisociales, sino que en realidad no nos interesa tanto tener personas alrededor sino rodearnos de quienes en verdad nos importan.

Con esto tienen mucho tiene que ver las decepciones, pero también las circunstancias vitales. No tenemos el mismo tiempo para relacionarnos con 15 que con 30 ó 40; además, las prioridades cambian y eso es lo que nos aboca a ser más selectivos.

La amistad cuanto más profunda, más placentera

Es muy común sentirse solo pero acompañado. Del mismo modo podemos afirmar que es frecuente que esta sensación se haga más habitual y presente según vamos cumpliendo años. De hecho hay estudios que lo afirman: cada año que pasa nos ayuda a primar la calidad sobre la cantidad.


Digamos que acabamos seleccionando y anteponiendo a aquellas personas con las que cuadramos mejor y que sentimos que nos aportan un bienestar más pleno a todos los niveles: social, emocional, cognitivo, etc.

De alguna manera nuestro concepto de amistad va cambiando a lo largo de la vida. Cuando somos pequeños todos son nuestros amigos, excepto si un día nos enfadamos por un juguete. Da igual porque ninguna afrenta es duradera, lo cual de adultos nos resulta verdaderamente enternecedor observar.
Según vamos creciendo generamos un grupo de referencia, unas personas a las que seguimos y con las que nos medimos y relacionamos, compartiendo pensamientos, sentimientos, intereses y juegos varios.

Generalmente toda persona pasa por etapas o momentos en los que se siente desubicado/a en aquellos entornos que se supone que “son los suyos”. Esto suele ocurrir a partir de la preadolescencia y la adolescencia propiamente dicha, pues estamos buscando nuestro sitio.

Más tarde, en la juventud, seguimos intentando componer y recomponer una y otra vez las piezas de nuestro rompecabezas. Según investigadores del desarrollo evolutivo como Erikson, en esta fase aún reina una gran confusión.
Poco a poco vamos dejando a un lado las grandes reuniones, las fiestas alocadas y los excesos sociales, buscamos alguien con quien charlar y con quien avivar nuestras inquietudes personales y psicosociales.

Con el paso de los años primamos el estar a gusto, el sentirnos queridos e importantes, el cuadrar en intereses y pensamientos, en estimular nuestra mente a partir de debates y en manejar nuestro mundo de una manera mucho más madura.


Las personas y las amistades que nos gustan

Realmente las amistades que nos gustan y nos suman son aquellas que no tienen la necesidad de hacerse cien fotos y subirlas a las redes sociales. También nos encantan esas que si nos tienen que reñir, nos riñen; que nos echan a los leones si es necesario para que nos espabilemos; que no tienen miedo de aliviar sentimientos o de aclarar malos entendidos.
Porque en una amistad hay de todo, incluso discusiones si tiene que haberlas, pues es sincero que dos personas no se encuentren en ocasiones entre sus pensamientos, sus creencias, son sentimientos o su manera de hacer las cosas.

Esas son las amistades que acaban por convertirse en hermandades, en uniones profundas alejadas de interiores ocultos o inquietudes enmascaradas. Esas, las que permanecen en el tiempo y se recuperan de todo, esas son las que merecen los abrazos más plenos y las miradas más cómplices.

Son esas personas a las que aprendemos a querer más, a llevar en nuestro interior, a considerarlas familia, a acompañarlas en las buenas y en las malas, con las que nos comprometemos y a las que no queremos fallar. Son ellas a las primeras a las que les prestamos la tiza de nuestra pizarra, para que nos enseñen o nos distraigan, para que nos dibujen una nave espacial en la que compartamos destino.

Raquel Aldana
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